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"Los zombis somos nosotros mismos"

  • Llega a la cartelera 'Juan de los muertos', cinta hispanocubana dirigida por Alejandro Brugués con una propuesta inédita: llenar La Habana de muertos andantes.

"Quería hacer dos cosas: la película de zombis que siempre he querido ver y una película que, al mismo tiempo, fuera muy cubana y que reflejara nuestra situación. La cuestión todo el tiempo fue cómo conciliar esas dos películas, hacer que funcionarán las dos cosas. Y en ese sentido estoy contento: creo que se ha logrado", explica el realizador Alejandro Brugués sobre Juan de los muertos, la cinta hispanocubana que mañana desembarca, con 55 copias, en la cartelera española.

Con participación de la productora sevillana La Zanfoña, la película armó un equipo de trabajo, repartido al cincuenta por ciento entre ambas nacionalidades, con un objetivo francamente original: llevar la epidemia zombi a las calles de La Habana y hacerlo bajo una perspectiva satírica.

Algo similar a lo conseguido por títulos como Zombies Party (Shaun of The Dead, Edgar Wright, 2004) o Zombie Town (Matthew Kohnen, 2007), entre otros, pero con una inevitable lectura política referida a la particular situación de la isla. "Ya lo hizo Sam Reimi con Posesión infernal, como la llamaron ustedes, o Peter Jackson con Braindead. Lo que ha ocurrido del 2000 para acá, con Zombies Party, es que la parte cómica de las películas de zombis se ha vuelto parte de la cultura popular. La parodia del género se ha vuelto género en sí. Y en el cine cubano hay además una película que puedo tomar como referencia, que es ¡Vampiros en La Habana!: de género y comedia", dice Brugués aludiendo a la divertida cinta animada firmada por su compatriota Juan Padrón en 1985, aunque él mismo confiese que "no crecí viendo cine cubano, sino La guerra de las galaxias, Indiana Jones y Tiburón".

En Juan de los muertos la amenaza llega del mar y viste un identificativo mono naranja. Ya en la isla, la infección se propaga con rapidez mientras la televisión insiste en que se trata de disidentes a sueldo del imperio. Y si no precisamente un sueldo, sí algo de efectivo es lo que busca Juan -interpretado por Alexis Díaz de Villegas-, quien flanqueado por su escudero Lázaro -Jorge Molina- no tardará en oler la posibilidad de negocio: "Juan de los muertos, matamos a sus seres queridos. ¿En qué puedo ayudarle?".

A esta singular empresa de exterminación se sumarán los hijos de ambos protagonistas -Vladi, interpretado por Andros Perugorría, y Camila, a quien da vida la actriz española Andrea Duro-, el hipermusculado El Primo -Elecer Ramírez-, el travesti la China -Jazz Vila- y, en última instancia, un breve Antonio Dechent. Juntos convertirán la pantalla en una continua explosión de hemoglobina dejándonos de paso algunas estampas ciertamente hilarantes. "No hay ni una sola escena que no tenga al menos dos lecturas", afirma Brugués, quien considera que "las películas de zombis siempre han sido comedias. Películas de humor, pero de un humor negro, muy serio. Quitando algunas excepciones, siempre vas a ver que lo que está latiendo en el fondo es el corazón de un niño divirtiéndose con estas cosas macabras".

Vendida ya a 22 países, la cinta ha pasado por festivales como el Internacional de Toronto, el de Sitges, el Fantastic Fest de Austin o el de La Habana. En los dos últimos obtuvo el premio del publico. En casa, además, se convirtió en todo un fenómeno. "Había 14.000 personas para la primera proyección. Y después también fue así. Una locura. No había visto algo igual. Creo que sólo con las películas de Almodóvar en el festival o en los cines de La Habana se forma algo así. Varias veces pensé que se iba a poner fea la cosa porque no había forma de contener a la gente", recuerda Brugués de los pases en el certamen habanero de 2011, donde llegó a intervenir la policía para evitar disturbios. "Eso entra dentro de lo normal cuando las cosas se ponen tan así. Lo digo porque a mí también me ha tocado: antes de hacer películas he sido espectador y me ha tocado un par de veces ver llegar los camiones de policía. Con determinadas películas sabes que se van a romper las puertas de los cines. Y son de cristal y hay heridos. Como director eso me daba pánico", explica.

Se podría pensar que lo que entonces movió a las masas, que aún hoy no han vivido el estreno comercial del film, fue la complicidad en el reconocimiento de una Habana distinta, no oficial. Pero el director le quita hierro (político) al asunto. "He visto que la gente eso lo descubre cuando ve la película. Estamos hablando de un lugar donde no pueden verse los tráilers en internet. Es después, cuando estás ahí, que dices coño, espérate, esto además me está diciendo algo".

¿Exactamente qué? "Cómo nos enfrentamos los cubanos a los problemas, cuáles son las decisiones que uno toma y si son correctas o no", dice Brugés, argumentando buena parte de la curiosidad de sus compatriotas en lo inédito de la propuesta dentro de la isla. "Ésta es una película muy diferente: no están acostumbrados a ver películas de género, películas con tantos efectos especiales. Desde que estábamos filmando, desde que se veía en la calle que estábamos haciendo algo distinto -un paisaje destruido, autos volcados, todo echando humo, brazos y cabezas regados por ahí-, ya la gente se iba enterando".

El actor Jorge Molina repara en otro detalle significativo. "Es la primera vez en el cine cubano en la que los héroes no son los hombre nuevos que soñó el Che -el militar valeroso, el obrero abnegado…-. Son dos delincuentes de poca monta". No es poca cosa para un título que, como apunta Gervasio Iglesias, de La Zanfoña producciones, pasa también por ser la primera producción independiente rodada en la isla, sin la intervención directa del omnipresente Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC),

"Los zombis nunca han desaparecido de la pantalla -comenta Brugués de estos personajes siempre paralelos a las situaciones de crisis, auténticas metáforas andantes, y sin vida, de la alienación-. Los zombis somos nosotros mismos, nada que haya venido del espacio exterior o haya vivido cientos de años. Y además, es divertido matarlos".

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