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Terror en el planeta de los simios

Un personaje de la obra.

Un personaje de la obra.

Para los que nos criamos leyendo cómics en la década de 1970, las revistas para adultos publicadas por Marvel siempre tendrán un lugar especial en nuestro corazoncito. Títulos como Tales of the Zombie, Vampires Tales o Dracula Lives se plantearon en su día como respuesta al renacer del género de terror auspiciado por la editorial Warren, y la propuesta muy pronto se amplió a otros territorios como la fantasía, las artes marciales o la ciencia ficción. Dentro de esta última temática, los lectores veteranos recordarán las estupendas adaptaciones al cómic de la saga fílmica de El planeta de los simios, que se acompañaron de nuevos arcos argumentales de la mano de autores tan interesantes como el guionista Doug Moench o los dibujantes Mike Ploog y Tom Sutton. Estos tres son los artistas principales del volumen que nos ocupa, primero de Archivos de El planeta de los simios, que Panini pone a disposición de los lectores en un formato y características similares a los de la colección Marvel Limited Edition, y que traduce al castellano el rescate emprendido en idioma inglés por Boom! Studios.

En lugar de apostar por una reedición cronológica y completa de cada una de aquellas revistas, lo que tenemos aquí es una de las sagas, seguramente la mejor, que se fueron serializando en los distintos números del magacín: Terror en el planeta de los simios, una delicia a la que le faltó el cierre, tal como explica Rich Handley en el epílogo. A falta de más, Handley, quien también firma el prólogo, nos cuenta los planes de Moench para el futuro (frustrado) del serial. Más allá de sentimientos nostálgicos, estas páginas se sostienen en el tiempo por la solidez del trabajo de Moench y, sobre todo, por la belleza de los lápices de Ploog y, en menor medida, por los de Sutton. Frank Chiaramonte, Herb Trimpe y Virgil Redondo completan el apartado gráfico de un volumen que incluye también las espectaculares portadas pintadas por Bob Larkin, Gray Morrow y Malcom McNeill, impresas sin elementos tipográficos para mayor disfrute visual.

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