Seguro que muchos de nosotros hemos fantaseado alguna vez con este hecho. Invisibilidad, superfuerza, invulnerabilidad, extraordinaria velocidad… Nuestros héroes, aquellos de los que hemos disfrutado mil y una aventuras en los cómics poseen estas y muchas otras cualidades.

Pero, ¿y si por culpa de tu nombre, idéntico al de un personaje de ficción, tu vida se viera marcada?

Y es que, claro, si como al protagonista de este cómic, tus padres te bautizaron como Clark Kent, es obvio que navidad tras navidad, cumpleaños tras cumpleaños, un buen montón de regalos relacionados con Superman van a caer en tus manos, además de más de un chascarrillo familiar a tu costa.

Pero ojalá la cosa quedara ahí, ya que en el instituto te has convertido en la diana a la que lanzar todo tipo de puyas, inaguantables la mayoría de las veces. Y es por ello que eres un solitario que bebe los vientos por una compañera que sabes que nunca se acercará a ti, tan solo para dar muestras de lástima.

Lo que no sabes es que en ese mundo en el que vives vas a ser el primero, y único, hombre que se salga de lo habitual, convirtiéndote en un ser extraordinario, un perfecto reflejo de esa creación que has visto en las viñetas y que tanto te ha marcado…

“¡Creerán que un hombre puede volar!” El famoso slogan se hará realidad, y junto a él otra serie de poderes que te igualan a los del Hombre de Acero.

Esta es tu historia, Clark Kent de Pickettsville, el chico callado y taciturno que de pronto pudo surcar los cielos, libre, feliz, y que dedicó su vida a salvar la de los demás, escabulléndose de la atención de las masas, que tan solo veían un borrón sobre ellos la mayoría de la veces.

Con diversos saltos a través del tiempo, el guionista Kurt Busiek, paladín del 'back to basics' nos irá narrando la vida de este otro Superman, habitante de una Tierra alternativa en la que no existen los superhéroes. Y el guionista conseguirá una de sus mejores trabajos, ya que desde las primeras páginas podemos empatizar con su personaje, la carga que supone su nombre y apellido, el maravilloso descubrimiento que le transforma, su viaje a la gran ciudad, donde encontrará a la mujer con la que va a compartir el resto de su vida y que, por juegos del destino también se llama Lois; además de el juego del ratón y el gato que se inicia con los agentes del gobierno, empeñados en capturarle y convertir en objeto de sus experimentos, diseccionándole en un oscuro laboratorio.

Y junto a Busiek, la única opción válida que se me ocurre para llevar esta historia a las viñetas de un cómic, uno de los grandes dibujantes de cómic de los últimos años, Stuart Immonen, un artista que nunca defrauda, y aquí menos que nunca, regalándonos momentos, instantes contenidos en el papel que son de una belleza extraordinaria, y haciendo creíbles, humanos, a todos y cada uno de los protagonistas de esta historia.

Como buena edición de lujo que es, el tomo viene completado por una serie de extras la mar de jugosos: La propuesta original de Busiek (no os perdáis la explicación que da en el prologo de la obra, la génesis de este cómic), parte del guion original y, cómo no, los diseños preliminares de Immonen.

Erase una vez un chico de pueblo llamado Clark Kent, que pudo surcar los cielos. Volar…