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Un mundo raro

  • La serie, formada por 27 números, puede verse como una celebración del género de superhéroes a la vez que como una crítica a su temática reaccionaria

Una imagen de la obra de Ellis y Cassaday.

Una imagen de la obra de Ellis y Cassaday.

Si pudiera comprarme un solo tebeo este mes, no lo pensaría dos veces y me compraría... Robin 3000. Publicado en 1992, se trata de un elseworld futurista escrito por el guionista y editor Byron Preiss, con ayuda de S. Ringgerberg, y dibujado por el sin par P. Craig Russell. Como reza la publicidad: "Gotham City en el año 3000. La tierra está sometida por una invasión alienígena. Los Skulp intentan destruir al héroe de la rebelión que se alza contra ellos. Pero Batman tiene un arma secreta. Su nombre es Robin". ¿Se puede pedir más? Sí, claro está que es una broma. A ver, lo de Preiss, con su rollo de ciencia ficción distópica, tiene bastante gracia, y ya que estamos aprovecho para recomendarlo, porque sale barato y, muy especialmente, por los bonitos dibujos de Russell, que siempre son deliciosos a la vista, pero no pasa de mero divertimento al lado de la obra maestra que ECC ha vuelto a poner en librerías. Me refiero, cómo no, a Planetary.

Los veintisiete números (y diversos especiales) que componen esta maravilla, una de las series más alucinantes de lo que va de siglo, fueron viendo la luz con cadencia irregular entre 1999 y 2009, dentro del catálogo del sello WildStorm de DC (aunque, si nos ponemos puristas, cabe recordar que hubo un preview publicado por Image en 1998). La cosa inició andadura mientras su escritor, Warren Ellis, revolucionaba la industria junto al ilustrador Brian Hitch con The Authority (última etapa de un largo proyecto iniciado en Stormwatch), y suponen el punto álgido de la carrera del inglés. Con su visión global, su estilo widescreen y su narrativa descomprimida, The Authority cambió para siempre la factura de los superhéroes, y dicha serie puede leerse como una celebración del género, pero también como una crítica a su temática reaccionaria. Planetary, por su parte, derriba también a los superhéroes, con mucha más convicción, y es, sobre todo, una plegaria en favor de la imaginación, una plegaria lanzada por ese cínico de cuidado que es siempre Ellis pero que, aquí, demuestra tener su corazoncito.

Las aventuras de estos arqueólogos de lo imposible, Elijah Snow, Jakita Wagner y el Batería, que se las pasan rescatando y catalogando objetos fabulosos, pistas de un rico universo de raíces literarias o cinematográficas, arrasado por la fantasía más repetitiva, anodina e insípida de los superhéroes, son una carta de amor a los sueños y a la rareza de nuestro mundo. Para rematar la faena, Ellis contó con un socio de excepción, el dibujante John Cassaday, que es excelente en la primera página y se ha transformado en extraordinario al llegar a la última. Cassaday es el artista perfecto para una obra perfecta que ECC sirvió primero en varios tomitos en rústica y recupera ahora en dos volúmenes encuadernados en cartoné. El primero de ellos contiene los números 1 a 14, más The Planetary Sneak Peek y el crossoverPlanetary/The Authority: Ruling the World. Ahora sin bromas, si solo pudiera adquirir un tebeo este mes, compraría Planetary con los ojos cerrados.

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