Cómics | Conan

Un reinado efímero

  • Después de que Thomas abandonara Marvel a comienzos de los 80, la cabecera encontró un estilo propio, con sus batallas épicas e intrigas palaciegas

Una imagen del cómic

Una imagen del cómic

De las veintiuna historias de Conan escritas por el creador del personaje, Robert E. Howard, tres están ambientadas en la época en que el bárbaro alcanzó el trono de Aquilonia, y, paradójicamente, las tres narran distintos intentos de arrebatarle la corona. Son los cuentos El fénix en la espada, La ciudadela escarlata y la novela La hora del dragón, textos todos adaptados a historieta por el guionista Roy Thomas: el primero de ellos se publicó en el Conan Annual 2 (1976), con excelentes dibujos del español Vicente Alcázar (y tintas de Yong Montano); el segundo, publicado en el número 30 de The Savage Sword of Conan (1978), contó con los lápices de Frank Brunner (que se encargó asimismo de las tintas, ayudado por Steve Leialoha); y el tercero, renombrado Conan the Conqueror, como también se conoce la novela, se serializó en las cabeceras Giant-Size Conan y la propia The Savage Sword of Conan, entre 1974 y 1976, con lápices de Gil Kane y John Buscema (entintados por un puñado de artistas).

Más tarde, en 1980, y cuando la primera y espectacular etapa de Thomas con el cimerio tocaba a su fin, Marvel alumbró la nueva cabecera King Conan (después renombrada Conan the King), centrada precisamente en el largo reinado del personaje. Los primeros ocho números, de extensión superior a lo normal, fueron obra de Thomas y Buscema (con tintas de Ernie Chan y, en un par de episodios, Danny Bulanadi), quienes adaptaron diversos pastiches, más concretamente, los relatos The Witch of the Mists, The Black Sphinx of Nebthu, Red Moon of Zembabwei y Shadows in the Skull, de L. Sprague de Camp y Lin Carter (todos incluidos originalmente en el volumen Conan of Aquilonia), y la novela Conan the Avenger, de De Camp y Bjorn Nyberg.

Para el aficionado a los cómics de Conan, estos son tan imprescindibles como cualquier otro de los firmados por Thomas y Buscema, fruto del amor por el personaje y de un profundo conocimiento del ciclo howardiano. Por desgracia, Thomas abandonó Marvel a comienzos de los ochenta y la cosa quedó en manos poco capaces, con interpretaciones que llegarían a rayar en el ridículo. Con todo, Conan Rey no fue, ni mucho menos, de las peores cabeceras y, tras un conjunto de episodios anodinos, encontró algo así como un estilo propio, con sus batallas épicas y sus intrigas palaciegas, que le permitió mantener una cierta dignidad hasta su cancelación en 1989.

Este primer volumen integral, de los cuatro previstos por Planeta para compilar los cincuenta y cinco números de la serie original, contiene todos los episodios de Thomas y Buscema, y ya solo por eso merece la pena. Van también los números 9 a 14, en los que el escritor Doug Moench hace lo que puede, acompañado por una irregular selección de artistas. Comienzan los propios Buscema y Chan, pero la cosa se tuerce de inmediato, en cuanto Chan asume los créditos artísticos en solitario. Luego siguen Alan Kupperberg, Ron Frenz y Marc Silvestri, para certificar que Hiboria, como la Atlántida, también se hundió de la noche a la mañana.

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