Música

Esa canción que suena todos los veranos

  • No se elige mediante un concurso, no suele ser sinónimo de calidad, pero al escuchar la denominada Canción del Verano pocos somos los que no caemos rendidos ante su ritmo bailable y su estribillo facilón

Los del Río vivieron un antes y un después con 'Macarena'.

Los del Río vivieron un antes y un después con 'Macarena'. / D. S.

En el momento álgido de la noche, cuando el ponche, las ganas y la temperatura se encuentran en el mismo punto, la orquesta adelanta dos compases del nuevo tema que va a interpretar: Georgie Dann, Los del Río, Luis Fonsi o Rosalía, intérpretes que han logrado ascender a ese podio, sin trono ni corona, que es la Canción del Verano. Y entonces, hasta el heavy recalcitrante, el moderno de festivales, la señora que tararea a Concha Piquer, el amante de la música electrónica o el devoto del jazz empiezan a mover las piernas, tal vez por contagio o por no quedarse al margen o por propia convicción.

La Canción del Verano, esa composición que se repite con frecuencia en las emisoras, que se comenta entre bromas, que nos acompaña en nuestro trayecto en la atracción de Feria y que emerge como un ciclón sonoro en verbenas y demás eventos vacacionales, se ha convertido a lo largo de las décadas en una especie de banda sonora que nos compaña en momentos que relacionamos con el disfrute, quedando así, a través de los años, como un recuerdo que nos traslada a situaciones que conservamos en nuestra memoria, en la estantería donde almacenamos lo agradable, lo simpático e incluso lo feliz.

Raffaella Carrà. Raffaella Carrà.

Raffaella Carrà. / D. S.

Una canción que, como la mayoría de las circunstancias que ocurren en nuestras vidas, ha mutado, cambiado, puede que hasta evolucionado, con el paso de los años. La Canción del Verano nació en Italia, a principios de los años 60, en el seno de la llamada Unión Fonográfica, en un intento por reproducir un Festival de San Remo veraniego. Un modelo que fue adaptado muy rápidamente en nuestro país por diferentes emisoras, por lo que casi podemos hablar de canciones del verano, en plural. Hasta la llegada de Georgie Dann, el gran rey del género en nuestro país, a mediados de los años 70, Los Bravos, Fórmula V, Peret, Las Grecas, Tony Ronald y hasta Amigos de Gines, lograron alcanzar el honorífico reconocimiento, con sus Help, Eva María, Te estoy amando locamente o Sevillanas del adiós, que hicieron las delicias del público, en sus momentos de evasión.

La llegada del fallecido Georgie Dann fue de la mano de su exitoso y bailable Bimbó, al que sucedieron Raffaella Carrà, Baccara o Carlos Mejía Godoy (y los de Palacaguina) con su ya legendario Son tu perjúmenes mujer. Desde sus comienzos, y hasta finales de los 70, la Canción del Verano se distingue por sus estribillos pegadizos, su simpleza estructural, su ritmo contagioso y sus mensajes intrascendentes. Composiciones creadas para un breve periodo de tiempo, sin ánimo de perdurar, aunque algunas de ellas sí lo hayan hecho. No están en las listas que realizan los críticos y eruditos, pero sí en las de la memoria colectiva. Poco ha cambiado el concepto a lo largo de los años.

Radio Futura, en los tiempos de 'Escuela de calor'. Radio Futura, en los tiempos de 'Escuela de calor'.

Radio Futura, en los tiempos de 'Escuela de calor'. / D. S.

La Movida se incorpora a la Canción del Verano

Tal y como sucedió con The Clash y Joy División en Inglaterra, y sólo es un paralelismo, que fueron precursores de casi todo lo que vino después, en 1978 la Canción del Verano la protagoniza un grupo de rock formado por unos chavales argentinos y españoles llamados Tequila. Con Ariel Rot a la guitarra y Alejo Stivel a la voz, como intento latino de recrear a los Stones, tanto en poses como en ritmo, Rock and Roll en la plaza del pueblo se convierte en la canción más escuchada y, sobre todo, bailada de ese verano de la Transición. Los tiempos estaban cambiando. Cambio que se vislumbra más claramente con la llegada de los 80, donde grupos muy destacados de la denominada Movida se suben a este tren. Bailando, de Alaska y los Pegamoides, Escuela de calor, de Radio Futura o Lobo Hombre en París, de La Unión, pasan a escucharse con asiduidad en las llamadas radiofórmulas y conviven con el siempre presente Georgie Dann, María Jesús y su acordeón o la invasión italiana, con la Carrà, Pino D`Angiò o Umberto Tozzi a la cabeza. Tal y como sucedió con el cine de Pedro Almodóvar, algunas de las bandas más representativas de La Movida escapan de la marginalidad de las pequeñas salas o de ser "pinchados" en muy concretas emisoras, especialmente Radio 3, para ser un poco o un mucho más de todos.

Las Ketchup. Las Ketchup.

Las Ketchup.

La latinización de la Canción del Verano

Si los Tequila fueron los precursores de un cambio en la Canción del Verano, Lalo Rodríguez, con su Devórame otra vez, es el caballo de Troya, a finales de los 80, del desembarco de los ritmos latinos. Desembarco que continúo con Juan Luis Guerra y sus danzarines 4:40, que empaparon, cuando no anegaron, nuestro país con su Ojalá que llueva café. La España olímpica, del 92, también tiene su hueco en la Canción del Verano, rellenado por Los Manolos y su Amigos para siempre, reinterpretación gipsy del tema de Andrew Lloyd Webber. En esta misma década, de gran pujanza del omnipresente Georgie Dann, los sevillanos Los del Río se convierten en la Canción del Verano Mundial con su celebérrima Macarena, que triunfó tanto musical como coreográficamente, gracias a su característico baile. Una fórmula que repiten las cordobesas Ketchup, con su versión del Rapper’s Delight, de The Sugar Hill Gang, reconvertida en el ya eterno Aserejé, a comienzos del presente siglo. Daddy Yankee con su Gasolina, Enrique Iglesias con su Bailemos y, sobre todo, Luis Fonsi con su incombustible Despacito afianzan la senda latina, iniciada por Lalo Rodríguez. En cierto modo, la Despechá de Rosalía, indiscutible Canción del Verano en este 2022, prosigue con la tendencia de los años anteriores. Un tema que bien nos podría servir para comprobar la evolución de estos éxitos veraniegos en cuanto a sus letras. Si Georgie Dann cantaba en su Africano: Mami, yo me acuesto tranquila, me tapo la cabeza y el negro me destapa; Rosalía, fiel a sus letras empoderadas, canta: Mira qué fácil te lo voy a decir, que esta Motomami ya no está para ti. También podríamos realizar una comparativa de atuendos de los intérpretes, que van de los pantalones de campana y las chaquetas con exageradas hombreras a los tatuajes, los vaqueros rotos y amplísimos y los vestidos minúsculos, como también podríamos establecer su conexión con el festival de Eurovisión, ya que no pocos ganadores han acabado conquistando el cetro veraniego o su vinculación con las celebraciones deportivas, donde Los Manolos y Shakira son dos evidentes ejemplos. Pueden ser muy diferentes las perspectivas para acercarnos a la Canción del Verano, aunque tal vez la más acertada la encontremos en el poema que Luis García Montero le dedica al fútbol: ‘No conviene que demos a estas cosas / un valor excesivo. / Son noventa minutos en un vaso de agua. / Pero a mí me han quitado muchas veces la sed’. Algo parecido, pero en 3 o 4 minutos.

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