De libros

Camisas tricolores

  • 'Trifulca a la vista'. Nancy Mitford. Trad. Patricia Antón. Asteroide. Barcelona, 2011. 264 páginas. 18,95 euros.

Hay una galaxia Waugh, como existe una galaxia Woolf, y en ella se inscribe, al margen de sus hermanas, la maravillosa Nancy Mitford. Si los escritores de Bloomsbury eran progresistas y de ideas avanzadas, los no menos selectos integrantes de la Bright Young People se acogieron, por lo general, al imaginario conservador, aunque compartían con sus antecesores una cierta heterodoxia, el cultivo de la ironía y la inclinación por la vida mundana. Las novelas más celebradas de Mitford, dadas a conocer en España por Libros del Asteroide, se cuentan a partir del éxito de A la caza del amor (1945), pero la mayor de las hijas de lord Redesdale había publicado otras cuatro en la década de los 30. La tercera de ellas -Wigs on the Green, 1935- es una deliciosa sátira del fascismo que no volvió a publicarse en Gran Bretaña hasta 2010 y aparece ahora, con el mismo estupendo prólogo de Charlotte Mosley, por primera vez en castellano.

Fue la propia autora la que se negó a que la novela fuera reeditada en la posguerra, debido a las simpatías políticas de dos de sus hermanas -Unity, fatalmente enamorada de Hitler, y Diana, que se casó en segundas nupcias con el líder (Oswald Mosley) de la Unión Británica de Fascistas, caricaturizados por Nancy como los "camisas tricolores"- y también, o sobre todo, a que habían ocurrido "demasiadas cosas para que los chistes de nazis puedan considerarse divertidos". Pese a la íntima amistad que mantuvieron, la ligereza de Mitford es menos corrosiva que la de Waugh -que no provenía de la aristocracia- y tiene más que ver con la de otro gran retratista de las clases altas, el inefable Wodehouse. Tal vez por esta razón, y porque la propia novelista no se había mostrado completamente indiferente a la seducción del Reich o, en fin, porque a las alturas del 35 aún no podían calibrarse todas las implicaciones de la barbarie nazi, Nancy sugiere con lucidez y buen humor lo que en el fascismo había de fatua bravuconada, pero no llega a anticipar, sin embargo, su reverso más siniestro.

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