Música en 1853 | Crítica

Encuentros y cismas de la música alemana

  • Acantilado publica una obra en la que el musicólogo americano Hugh Macdonald biografía musicalmente el año 1853, momento crucial en la evolución estética del Romanticismo alemán

Robert y Clara Schumann en 1850

Robert y Clara Schumann en 1850 / D. S.

El 1 de octubre de 1853, Robert Schumann escribía en su diario: “Visita de Brahms, un genio”. Pocas anotaciones de este estilo habrán tenido más difusión. La visita que Brahms hizo a Robert y Clara Schumann en Düsseldorf durante octubre de 1853 se ha considerado siempre un hito de la historia de la música, que se vincula además con ese triángulo de imprecisos perfiles sentimentales que de costumbre se sobrestima, entre otras cosas, porque el supuesto amor de Brahms hacia Clara nació después de la muerte de Robert.

Pero el encuentro tuvo por supuesto lugar y su impacto en la música del tiempo fue indudable desde el momento en el que Schumann, que captó con insólita rapidez el talento de su joven nuevo amigo, hizo pública declaración de su admiración por él en las páginas de la Neue Zeitschrift für Musik, la prestigiosa revista que el propio Schumann había fundado en Leipzig en 1834.

Música en 1853 - Hugh Macdonald Música en 1853 - Hugh Macdonald

Música en 1853 - Hugh Macdonald

En este libro, Hugh Macdonald engarza este crucial encuentro dentro de una secuencia cronológica que arranca el 19 de abril, cuando Brahms se marcha de casa de sus padres en Hamburgo, y concluye el 27 de febrero de 1854, el día en que Schumann se arrojó a las aguas del Rin.

Entre medias, lo que Macdonald presenta es un seguimiento casi de documental cinematográfico a los principales compositores que se movieron por el ámbito centroeuropeo en aquel año de 1853. Junto a Brahms y los Schumann desfilan por aquí Wagner, Liszt, Berlioz, Joachim y, en menor medida, Louis Spohr, Hans von Bülow, Ede Reményi, Ferdinand Hiller, Giacomo Meyerbeer o Peter Cornelius. Londres, Weimar, Zúrich, Baden-Baden, Fráncfort, Gotinga, Bonn, St. Moritz, Basilea, Karlsruhe, Düsseldorf, París, Hannover o Leipzig ponen los escenarios a los encuentros y desencuentros personales y artísticos que estaban a punto de provocar la escisión del Romanticismo alemán en dos ramas en apariencia irreconciliables, la de los clásicos, reunida en torno a Brahms, y la de los autoproclamados forjadores de la música del futuro, agrupada alrededor de Liszt y Wagner.

El cisma no se aprecia todavía con claridad en los contactos personales, pero va camino de ello, mientras se desarrolla a golpe de estrenos en los festivales y cuaja en las posturas de críticos y articulistas más o menos afines. El Festival del Bajo Rin, que aquel año se celebraba en primavera en Düsseldorf, programado por Schumann y Hiller, o el que habría de tener lugar en Karlsruhe en agosto, finalmente retrasado a principios de octubre, bajo la dirección de Liszt, acabarán marcando extremos.

Con el trasfondo político de una oleada revolucionaria fracasada, que había propiciado el exilio de Wagner y la desconfianza de las autoridades europeas hacia actividades que podían tenerse por subversivas, y la proclamación de Luis Napoleón como emperador de una Francia que caminaba firme hacia el desastre sin saberlo aún, Macdonald persigue a los músicos en sus viajes, sus retiros y sus desempeños personales y profesionales, presentando con ello no sólo la evolución de la estética musical sino la ebullición de un mundo que se agitaba socialmente y que cambiaba a marchas agigantadas al ritmo del ferrocarril, sin el que no se entendería absolutamente nada.

Baden-Baden, centro musical de primer orden en la segunda mitad del siglo XIX Baden-Baden, centro musical de primer orden  en la segunda mitad del siglo XIX

Baden-Baden, centro musical de primer orden en la segunda mitad del siglo XIX

Los compositores viajan continuamente, de teatro en teatro, de mansión en mansión, de hotel en hotel, de balneario en balneario, y eso propició otros encuentros de notable trascendencia musical, como el que tuvo lugar en octubre en París, donde por primera vez se reunirían Liszt, Wagner y Berlioz, o poco después en Hannover, cuando Joachim reunió a Brahms y Berlioz, que convivieron durante doce días sin que nada haya trascendido de la naturaleza de aquella relación. También tuvieron lugar algunos cruces que se han hecho legendarios, pues Verdi había llegado a la capital francesa justo por aquellos días, cuando el autor de Tristán e Isolda aún no había dejado la ciudad. Los dos grandes titanes del drama musical romántico estuvieron cerca, aunque seguramente ni llegaron a saberlo ni les interesaba lo más mínimo. Verdi y Wagner no se conocerían personalmente jamás.

El trabajo documental de Macdonald impresiona, y su obsesión por volcarlo en la obra (los nombres de los hoteles, las paradas de los trenes y carruajes, los programas de conciertos al detalle...) provoca de vez en cuando algunos parones en una narración que fluye por otro lado con soltura. El valor principal de la obra sobrepasa con mucho este detallismo sobre los datos: una mirada sobre la cultura musical europea en un momento clave de su despliegue hacia lo moderno.

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