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María Sánchez "Se olvida muy rápido que venimos de los pueblos y del campo"

  • La autora regresa con 'Almáciga', un libro en el que recopila palabras casi perdidas del medio rural para reivindicar su "valor cultural"

La escritora María Sánchez.

La escritora María Sánchez. / Juan Carlos Muñoz

Con Tierra de mujeres reivindicó la figura femenina en el campo y con su nuevo libro, Almáciga, la poeta, escritora y veterinaria María Sánchez rescata palabras del medio rural, un empeño que nace de su convicción de que "hemos olvidado rápidamente que venimos de los pueblos y del campo".

Igualmente recuerda la autora que son el campo y los pueblos "los que nos dan de comer" y que no se merecen "esa visión paternalista, plana y negativa como si los pueblos equivalieran a Los santos inocentes o a Puerto Hurraco, porque poseen una gran diversidad y cultura", prueba de la cual considera las palabras recogidas en Almáciga, publicado por GeoPlaneta.

La almáciga, palabra que le sugirió a María Sánchez su padre, también veterinario, es el lugar que se reserva en el huerto para hacer germinar las semillas, donde cogen fuerza para luego trasplantarlas en la huerta. De ese modo confía la autora que funcione su nuevo libro, que dé a conocer palabras casi perdidas y que haga recordar otras que están apunto de olvidarse, relacionándolas con los tareas en las que se emplean o se empleaban hasta hace muy poco, y con los lugares donde se dejaban escuchar y que, apunta la autora, "nos sirvan para saber de dónde venimos".

María Sánchez se plantea su Almáciga como un proyecto vivo y abierto y le da continuidad con una web donde recogerá propuestas e irá incrementando un vocabulario que no aspira a convertirse en diccionario sino a impulsar el valor cultural del medio rural. La autora no se ha limitado al español sino que recoge términos de los idiomas y dialectos peninsulares como hace, por ejemplo, en el capítulo dedicado a los trabajos comunales que, sin depender de ayuntamientos ni concejos, emprendían los vecinos en favor del bien común: "sestaferia" (asturiano), "tornadía" (extremeño), "facendera" (leonés), "roga" (gallego), "a tornallom" (valenciano) o "auzolan" (euskera), entre otros.

María Sánchez asegura que estas palabras, que ha ido conociendo por su labor en el campo, ayudan también a enhebrar historias porque tienen una relación directa con la tierra, con el trabajo y forman parte de una inmensa cultura a cuya pérdida no se resigna. En lo que se ha dado en llamar la España vacía, dice la autora, "hay gente que no se quiere ir, hay huellas y paisajes, algunos de los cuales son como son porque en esos lugares ha habido ganadería extensiva", a la que ella se ha dedicado y que le ha llevado a recorrer España y Portugal como veterinaria de razas autóctonas en peligro de extinción.

Así se fue encontrando con muchas de las palabras que ha agrupado en Almáciga, mientras que hasta el año pasado ha trabajado para una asociación de 90 ganaderías de una cabra autóctona, la denominada "cabra florida", que se llama así porque, según los pastores, su capa recuerda a un campo en primavera, ya que es blanca con puntitos marrones y amarillentos, o al revés, marrón con machitas de colores. Ahora sigue trabajando con razas autóctonas en peligro de extinción, desde la vaca pajuna de Granada a la gallina extremeña azul, y lamenta que el 80% de las razas autóctonas de la ganadería española se encuentren en peligro de extinción.

A esa situación las ha llevado su escasa rentabilidad, pero Sánchez se pregunta si todo es "producir, producir, producir" y si ese sistema es, a la larga, más rentable que llevar una vida sana, preservar la diversidad biológica y luchar contra el cambio climático. 

La vindicación de María Sánchez, que nació en Córdoba pero considera su pueblo el sevillano Las Navas de la Concepción, concierne hasta al acento particular de cada lugar: "Alguna vez me han dicho que soy muy graciosa porque recito mis poemas con mi acento... ¿Con qué acento querrán que los recite?", mientras que en otra ocasión, en un cóctel literario, un editor canadiense le dijo que vestía muy bien para vivir en el campo y ser veterinaria. Puede que entonces contestara lo que le explica a los periodistas, que una ganadera que hace queso de cabra en un valle remoto no es necesariamente una ignorante y emplea la conexión a internet también para vender sus quesos.

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