De libros

La felicidad, allá lejos

  • 'Cómo llegué a conocer a los peces'. Ota Pavel. Trad. Patricia Gonzalo de Jesús. Sajalín editores. Barcelona, 2012. 199 págs. 16,50 euros.

El XX no fue pródigo en escritores alegres. Cabría mencionar a Saroyan, a Cunqueiro, a este ignorado Pavel de la República Checa. Los tres son escritores de un fuerte caudal lírico; los tres son marginales a la viva pesadumbre que se abatió sobre el siglo. Según observó Chesterton, el optimismo puede ser impostado, como en algún poema de Walt Whitman. No ocurre así con la alegría, con la esperanza en el obrar humano que ha dictado estas páginas. Ota Pavel, sobrenombre de Ota Popper, pertenece, con Chesterton, a la raza de los esperanzados. Su padre y sus hermanos padecieron la persecución y el oprobio, signados con la estrella de David; y sin embargo, en estos relatos no es el mal quien triunfa, sino una sencilla celebración del orbe rural, de la luz virgiliana que agoniza por aquellos días.

No parece casual que las mejores páginas de Saroyan y Cunqueiro vayan dedicadas a ese viejo vínculo, cereal y arcano, donde el hombre y el paisaje se confunden. Ocurrida la II Guerra Mundial, el único paraíso habitable, la única felicidad llegadera, quizá fuese ésta de la infancia aldeana, ahormada y tamizada ya por la memoria. En cualquier caso, no es la melancolía, el tempus fugit, lo que da su corpulencia a los relatos de Pavel. Es el propio escalofrío de lo vivo, más la limosna de un dorado ayer, lo que fulgura y late en estas páginas. Así, no sabemos si los hermosos peces que recuerda Pavel, si el paisaje fluvial que aquí se evoca, tuvieron algún viso de realidad fuera de sus relatos. Sabemos, de cierto, que en la escritura de Pavel, una escritura plástica, ligera, de suave efervescencia, los lucios tienen la seriedad y el porte de un coracero austriaco. Cuando llegue la guerra, un Pavel solitario y niño será quien continúe aquella hermandad diurna del hombre con el tesoro frío de los peces. Pavel, en cualquier caso, murió joven, tras un grave episodio de locura. Antes había padecido otras enajenaciones: la locura del Reich, la gris esquizofrenia soviética.

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