Cultura

La otra historia

  • 'Cultura popular en la Europa moderna'. Peter Burke. Trad. Antonio Feros y Sandra Chaparro. Alianza. Madrid, 2014. 412 páginas. 30 euros.

Se edita aquí, ampliada y actualizada, esta obra clásica de Burke que vio la luz en 1978. El hecho de que Burke sea un historiador cultural, dedicado a las manifestaciones populares de la cultura, plantea no pocos escollos, enigmas y dificultades. El primero y más obvio es qué se entiende por Historia, y cuál es el procedimiento adecuado para su ejercicio. En segundo lugar, cabe preguntarse qué es la cultura y a qué nos referimos cuando hablamos de ella, asunto éste que ha desbordado su ámbito en las últimas décadas. Por último, y no menos misterioso, es el concepto de lo popular y el término que le da origen: el pueblo. Salvados estos impedimentos (lo cual no es poco), el historiador cultural reconstruye una época acudiendo a fuentes y disciplinas que superan, de algún modo, la labor de los historiadores tradicionales. No en vano, podríamos decir sumariamente que la Historia Cultural deriva de aquél interés romántico por el folclore y por cuantas manifestaciones populares habían quedado al margen de la Historia canónica.

Cuenta Burke en su estupendo Formas de Historia Cultural que en noviembre de 1689 la Gazette de París ofrecía 20.000 luises de recompensa por la interpretación de un sueño de Luis XIV. Esta anécdota se incluye en un capítulo titulado, precisamente, La Historia Cultural de los sueños. Quiere decirse, pues, que el historiador de la cultura acude a conceptos y temas que se habían ignorado deliberadamente (el miedo, la noche, la vida doméstica, los cantares de ciego, la brujería, etcétera), y que a partir de Burkhardt serán considerados bajo un criterio científico. En esta distinguida estirpe cabría incluir, no sólo a Huizinga, sino a Delumeau, a Warburg, a Ginzburg, a Benjamin, a Berlin, a Caro Baroja, a Panofsky, a D'ors, y a muchos otros que, como Bajtin, provenían de disciplinas distintas de la Historia. Las páginas dedicadas a los bufones, al carnaval, al propio concepto de pueblo, nacido en el trecho que va del XVIII al XIX, indican ya ese interés preeminente por las zonas ciegas del saber tradicional, y cuya revelación nos acerca a la totalidad del hombre: a su labor, a sus temores, a sus sueños.

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