EL SIGLO DE RAFAEL MONTESINOS

Esa infancia que sólo en la memoria existe

Casa natal del escritor en la calle Santa Clara.

Casa natal del escritor en la calle Santa Clara. / Juan Carlos Muñoz

El Cicus acogió anoche la presentación de Los años irreparables y otras prosas autobiográficas y la familia de Rafael Montesinos, que no pudo acudir al acto, envió un mensaje de gratitud a los futuros lectores y, "por su apasionado obrar, a los editores que han hecho posible que sus palabras autobiográficas sean recordadas en estos tiempos tan dados al olvido". Se referían al editor espiritual (Rafael Roblas) y material (David González Romero, de El Paseo, que coedita el libro con la Universidad de Sevilla, representada por su rector, Miguel Ángel Castro, y el director del Cicus, Luis Méndez). La familia no dudó en calificar Los años irreparables "como un antídoto indispensable en esta edad digital, miedosa, pandémica y envejecida prematuramente", escrito en prosa en 1952 por "un niño poeta joven que no deja de reflexionar sobre el tiempo, el olvido, la memoria y el amor".

Para González Romero, "estamos ante uno de los mejores cantos a la infancia y la adolescencia en las letras esapañolas, a la altura de los firmados por Cernuda, Alberti o Julián Ayesta en calidad poética y tensión emocional". En el centenario del escritor, Rafael Roblas ha buceado en el archivo familiar y extraído un material fotográfico riquísimo que supera el tiempo cronológico del libro y refleja los años 50 en que Montesinos lo escribió en Madrid.

El propio Roblas destacó en su intervención que "todavía su prosa es muy desconocida" y avanzó que con El Paseo van a recuperar su incursión en la literatura infantil, el Diccionario de palabras mágicas. En esta edición de Los años irreparables, precisó, han depurado y corregido la de 1952, "censurada despiadadamente", y la primera edición completa de 1981, publicada por la Universidad de Sevilla e inencontrable salvo en librerías de viejo. Luego se hicieron dos reediciones más y se intentó reestablecer el texto "pero no había quedado una edición redonda". Con poco aparato crítico, "para dirigirla a un lector general", la obra incluye numerosas sorpresas inéditas: un epílogo de 1958, un prólogo de 1989, prosas autobiográficas como Cuaderno de Alájar, textos y apuntes periodísticos... que confirman, según Roblas, que Montesinos bebió de lo mejor de la literatura universal

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios