Isaac Rosa. Escritor

"Netflix es quien está proporcionando la educación sentimental a nuestros hijos"

  • El autor regresa a la novela juvenil con 'Te estaré mirando', una historia de amor o de obsesión en la que analiza el impacto de los relatos románticos.

  • Hoy estará en la Feria del Libro de Sevilla.

El narrador Isaac Rosa (Sevilla, 1974).

El narrador Isaac Rosa (Sevilla, 1974). / Juan Carlos Vázquez

"Elena: Sé que no te sorprenderá recibir esta carta. Bueno, sí que te sorprenderá recibir una carta, pues ya nadie las envía como hacían nuestros padres o abuelos: en papel, escrita a mano, metida en un sobre con sello para acabar en tu buzón". Isaac Rosa invoca y actualiza el sentimiento arrebatado de Carta de una desconocida, de Stefan Zweig, en Te estaré mirando (Edebé), la nueva novela juvenil del narrador sevillano tras la que escribió con su hija Olivia, W. Daniel, el protagonista y narrador de la historia, se dirige a Elena, una chica de la que se enamoró al verla un día en el parque. ¿Ese afecto es correspondido, como su intuición le señala, o ha construido en su cabeza una fantasía enfermiza? Rosa, uno de los invitados a esta Feria del Libro –conversará hoy, a las 18:00, con Eva Díaz Pérez en el ciclo Hecho en Sevilla–, dispone un inteligente juego literario en el que se pregunta por el efecto que tienen en nosotros las ficciones amorosas en las que hemos sido educados.

–Este libro dialoga con otra novela suya, una propuesta adulta en este caso, Feliz final.

–Sí, porque con Feliz final estuve unos años escribiendo, pero también leyendo y dando vueltas, sobre el tema amoroso. Me planteé seguir con un proyecto en el que el lector no supiese si está ante una historia de amor o una historia de obsesión, donde uno se pregunta si ese sentimiento es correspondido o no. Lo que ocurrió es que esa idea se me cruzó con la publicación de mi primera novela juvenil, W, por la que tuve encuentros en institutos y que me acercó a otro tipo de lectores. Coincidió además con que mi hija mediana, que ahora tiene 13 años, estaba metiéndose de cabeza en toda la cultura romántica adolescente, y de pronto todas sus lecturas y sus consumos culturales eran de un romanticismo clásico y muy ramplón... Así que después de leer y de pensar mucho en los imaginarios amorosos en los que hemos sido educados y con los que seguimos conviviendo, y ver también cómo siguen funcionando en el mundo adolescente, esa novela que iba a ser adulta se convirtió en novela juvenil.

"Debería interesarnos qué ven y leen nuestros hijos. Lo aprendido en la adolescencia te acompaña de por vida"

–Ha comentado antes que quería que el receptor dudase si está ante una historia de amor o una historia de obsesión. ¿Por qué posibilidad se están decantando los lectores?

–Estoy ahora todavía con las primeras lecturas de gente cercana, de hijos de mis amigos, de compañeros del instituto de mis hijas, y es gracioso, porque hay chavales que lo leen como la narración de un amor correspondido, otros que se sitúan en el otro extremo y lo ven como el relato de un acosador, como una historia tóxica. Hay quien se da cuenta antes, quien se da cuenta después, quien lo percibe de otra manera. Yo buscaba que hubiese cierta desconfianza hacia el narrador, algo que echo de menos en las novelas juveniles.

Te estaré mirando podría definirse como una actualización de Carta de una desconocida, una inspiración que pone de manifiesto en la cita inicial...

–A mí me encanta ese punto de partida del libro de Zweig: un hombre abre el buzón y se encuentra una carta arrolladora de alguien que ni siquiera conoce, que es la sensación que podría tener la receptora de la misiva de esta novela, que a lo mejor ni sabe quién le está escribiendo. Hoy los jóvenes se comunican por las redes, de otras maneras, pero ¿qué hay más romántico a día de hoy que recibir una carta? Un gesto anacrónico, casi perdido ya, que quise recuperar para este libro.

Isaac Rosa. Isaac Rosa.

Isaac Rosa. / Juan Carlos Vázquez

–Otra referencia del libro es Every Breath You Take, de The Police, que se percibe de forma muy diferente ahora...

–Sí, ahí es interesante ver cómo ciertos referentes de la cultura cambian. Que la canción que ha sido un símbolo del romanticismo, que seguramente lo haya sido para su propio creador por mucho que él luego se haya desdicho, que se sigue dedicando en la radio y en las fiestas a los enamorados, se convierta con los años en una historia de amor tóxico, ahora que nos gusta esa palabra, es muy revelador del cambio de sensibilidad que hemos vivido.

–La hermana del protagonista llama a las comedias románticas "películas de imbéciles". Cuando nos enamoramos, ¿nos volvemos idiotas?

–Uno de los detonantes de este libro fue, como dije antes, el hecho de que mi hija mediana, que había sido siempre muy lectora, sólo quisiera ahora, y lo mismo le ocurría a sus amigas, historias de amor. En un momento en el que estamos revisando lo amoroso, en que los adultos nos estamos apartando de esa idea hollywoodiense, nuestros hijos están siendo educados por una versión clásica, muy simplona también, de ese romanticismo, el de las comedias de Netflix, porque Netflix está educando sentimentalmente a nuestros hijos. La plataforma tiene un subgénero de comedias románticas para adolescentes, de producción propia además, con los mismos actores, los mismos escenarios, las mismas situaciones, que se repiten una y otra vez, que a veces toman relatos clásicos y los actualizan, pero que son todas muy parecidas, con un mismo aire de familia. Aunque puedan cambiar un poco con la variación de chico conoce a chico o chica conoce a chica perpetúa ciertos patrones, ciertos clichés... Y deberíamos preguntarnos qué productos consumen nuestros hijos, porque la educación sentimental de la adolescencia te va a acompañar de por vida, va a moldear tu manera de relacionarte. Hablo de cine, pero en la literatura la novela romántica es lo que más se vende. Y yo entiendo su éxito, sé que a esa edad es lo que quieres leer. Y cuanto más desesperadas y más trágicas y más adversas sean las historias, más te gustan.

"El debate en la pandemia no debió ser cómo se portaban los jóvenes, sino cómo les estaba afectando esto"

–Usted describe a una generación preocupada por el cambio climático, con inquietudes, nada que ver con el retrato que se ha dado de los jóvenes durante la pandemia...

–Lo que ha pasado con la pandemia los ha sacudido, lo veo en mis hijas, en sus amigas, o en los hijos de mis amigos. Hay chavales yendo a terapia. Hemos estado meses demonizando, criminalizando a los jóvenes, cuando han sido, aparte de los ancianos y de la gente que murió, el sector claramente más perjudicado. Han perdido momentos cruciales de su desarrollo,prácticamente dos cursos de su vida, y en un momento tan determinante. Ha cambiado su forma de relacionarse: yo veo, por ejemplo, a muchos chavales, a más adolescentes que a adultos, con la mascarilla puesta por la calle. Y sin embargo el discurso público los ha señalado como los culpables, los que contagiaban... Una vez que escribí un artículo sobre los jóvenes y la pandemia busqué en Google esperando que me saliesen los vídeos, las noticias, sobre el botellón y otras conductas irresponsables, pero me topé con informes sobre el impacto psicológico que la pandemia estaba teniendo en los jóvenes. El debate no debió ser cómo se estaban portando ellos, sino cómo les estaba afectando.

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