Los misterios de Selva | Crítica

Selva, el Sherlock Holmes castizo

  • La editorial Ézaro publica dos aventuras, una de ellas inédita, de un detective que creó Emilia Pardo Bazán, un personaje con el que la autora quiso hacer la competencia a Arthur Conan Doyle

Una fotografía de Pardo Bazán que se puede ver en la exposición que la Biblioteca Nacional dedica a la escritora.

Una fotografía de Pardo Bazán que se puede ver en la exposición que la Biblioteca Nacional dedica a la escritora. / Javier Lizón / Efe

Emilia Pardo Bazán, como buena intelectual y lectora compulsiva, no fue ajena al primer fenómeno de best seller en la literatura inglesa que protagonizó Arthur Conan Doyle con su famoso detective Sherlock Holmes. Pero la escritora gallega menospreciaba la "facilidad y parsimonia" con la que, a su juicio, el personaje resolvía los crímenes que investigaba y no se resistió a intentar hacerle la competencia introduciéndose en el género de la novela policíaca de la mano del investigador aficionado Ignacio Selva, al que otorga dotes psicológicas claves para desentrañar el caso en el que se ve inmerso por sorpresa en La gota de sangre, publicada en 1911. Esa novela corta vio la luz casi una década antes de que Agatha Chirstie se convirtiera en la reina del género, y su final abre la veda a iniciar una saga. "Después de esta aventura, he comprendido que, desde la cuna, mi vocación es la de policía aficionado. [...] Resuelto a ejercerla, me voy a Inglaterra a estudiarla bien, a tomar lecciones de los maestros. Y tendré ancho campo en este Madrid, donde reinan el misterio y la impunidad. Traeré al descubrimiento de los crímenes elementos novelescos e intelectuales, y acaso un día podré contar al público algo digno de la letra de imprenta". Sin embargo, Pardo Bazán no volvió a publicar más aventuras de Selva ni otras novelas policíacas en vida, pero entre la ingente documentación que en 1971 María de las Nieves de Quiroga y Pardo-Bazán legó de su madre para la futura Real Academia Gallega y Casa-Museo dedicada a conservar el archivo de la escritora en su casona coruñesa había dos versiones mecanografiadas de una novela inédita protagonizada por el aficionado investigador.

Fueron varios los estudiosos de la obra de Pardo Bazán que prestaron atención a ambos escritos e incluso se plantearon recuperarlos y ordenarlos para su publicación, pese a su pésimo estado de conservación, pero lo cierto es que no ha sido hasta este año, cuando se conmemora el centenario de la muerte de la escritora, cuando finalmente ha visto la luz esta novela policíaca protagonizada por Selva en una edición de Ézaro, especializada en autores gallegos y que publica también la revista Galegos.

Se trata de una edición conjunta de La gota de sangre y la novela inédita, titulada para la ocasión simplemente Selva, ambas publicadas con el título conjunto de Los misterios de Selva. El encargado del trabajo ha sido el escritor y catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Coruña José María Paz Gago, que además de reconstruir la novela a partir de las dos versiones originales explica en el prólogo de esta edición las vicisitudes de la misma.

La escritora gallega menospreciaba la "facilidad y parsimonia" con la que investigaba Sherlock

Así, en dicho prólogo, da cuenta de que ya el profesor Benito Varela Jácome, el primero que acometió la labor de poner orden en los archivos y documentos de Doña Emilia legados por su hija, revela en el informe remitido a la Real Academia Gallega en 1972 el hallazgo de una novela inédita que, en la prensa local, no duda en calificar de "editable y vendible, acaso más que otras de la autora por ser más comercial".

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro.

En concreto, se trata de 170 cuartillas apaisadas escritas a máquina pero entre las que muchas se encuentran en un pésimo estado de conservación, bien por la humedad o incluso seudoquemadas, amarillentas o ennegrecidas por el paso del tiempo, llenas de tachaduras y correcciones manuscritas de la autora que apuntan a dos versiones, en algunos puntos de la historia incluso contradictorias.

Pese a ello, la Academia designa una comisión de académicos para examinar las cuartillas si bien su trabajo no acaba en ninguna conclusión. Hubo un nuevo intento dos años después, a cargo de otro comité académico integrado por Francisco Vales-Villamartín, el archivero-bibliotecario Juan Naya y el propio Benito Valera Jácome, al tiempo que se contacta con el novelista Carlos Martínez-Barbeito para prologar una posible edición. En 1976, el informe de Vales-Villamartín a la Academia Gallega señala que la novela está "incompleta" y el estado de las hojas es "deplorable" aunque confía en la labor de Martínez-Barbeito para hacerla publicable, pero éste renuncia a la empresa por imposible.

A principios de los 90, la hispanista francesa estudiosa de la obra de Pardo Bazán Nelly Clemessy se vuelve a interesar por el texto pero insiste en el mal estado de las cuartillas y vuelve a asegurar que está inconclusa e incluso llega a afirmar que es "una tentativa frustrada de novela policíaca". A finales de esa década, el entonces presidente de la Academia Gallega, Xosé Ramón Barreiro, encarga una catalogación ordenada del fondo de Doña Emilia al joven investigador Ricardo Axeitos Valiño, que lleva a cabo una labor de reordenación y recuperación de las cuartillas.

A partir de ahí, José María Paz Gago, con el apoyo del escritor Alfredo Conde y el editor Alejandro Diéguez, emprenden la tarea de publicar la continuación de las aventuras de Selva que Pardo Bazán rehusó sacar a la luz nunca sabremos del todo por qué. Cien años después de su muerte, los lectores pueden disfrutar de la novela. En el prólogo de esta edición, Paz Gago deja claro que, pese al rigor filológico aplicado, el mal estado de las dos versiones originales han obligado a cierta labor "reconstructiva" para la cual "se han reorganizado los capítulos y se han incluido mínimas modificaciones de nombres o de fechas" en aras de la coherencia narrativa.

Llama la atención la ridiculización, que roza la misoginia, de las señoras y sus costumbres sociales

El resultado es una nueva aventura del "aficionado" detective a la que, como la primera, se ve abocado por casualidad, relacionada con el robo de joyas. Una historia ambientada en el Madrid de la alta sociedad de la época, con tintes de crítica social en la que llama la atención cierta ridiculización, hasta rozar la misoginia, de las señoras y sus costumbres sociales que parecería más comprensible en la pluma de un hombre. Puede verse en ello la personalidad de una mujer adelantada a su tiempo, que hubo de hacerse respetar entre los intelectuales de la época, que no se dejó achantar pese a que su condición femenina le impidió ocupar sillones junto a sus colegas y que, quizás por ello, desdeña la ociosa vida reservada a las mujeres de su clase en la España de principios del siglo XX, reducida a lucir palmito en los palcos de los teatros o cócteles, dejándose agasajar y haciendo ostentación de trajes y adornos como única forma de llamar la atención porque se daba por hecho que poco o nada interesante tenían que aportar.

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