Como recuerda el gran Luis Alberto de Cuenca en su prólogo, este volumen no es sino un ABC de la piratería, un riguroso escalafón del bandidaje marítimo y el latrocinio a vela, bien que ordenado alfabéticamente y bruñido por un excelente humor, de linaje insular, que lo hacen doblemente admirable. Desde luego, el lector de estas páginas, publicadas por primera vez en 1924, no puede dejar de pensar en Borges y su Historia universal de la infamia, a cuya sombra acuden no pocos piratas célebres, de legendaria crueldad, y cuyo espejo probablemente fueran estos malhechores que hoy glosamos.
No deja de ser curioso, por otro lado, que uno de los libros más tiernos y melancólicos de primeros del XX, Father and son, sea obra de sir Edmund Gosse, padre el autor, y se halle dedicado a la trágica lucha del devoto naturalista Philip Henry Gosse, abuelo de Philip, contra la evidencia darwiniana. Quiere esto decir que, lejos de la intensa melancolía de aquellos dos hombres, profundamente desvalidos, este glosario de la piratería viene iluminado por una erudición alegre, exacta y púdicamente desvergonzada. Lo cual puede acompañarse, si el lector es aficionado a tales asuntos, de la más solemne y dramática estampa que dibujan Rediker y Linebaugh en La hidra de la revolución, y que se halla dedicada a este largo y oscuro cabotaje por los mares del mundo, desde la incipiente modernidad mediterránea.
Por supuesto, el lector se encontrará con Barbarroja, con Drake, con Barbanegra, con el capitán Morgan y el archipirata Avery, así como con Mary Read y las crudelísimas Anne Bonny y María Cobham... Pero también con una forma de predación, inhóspita y ambulatoria, de la que algunos obtuvieron un título o una magistratura. En cualquier caso, se trata una expresión del mundo moderno, hecha a cañonazos, cuyo foco se hallaba ya lejos de Venecia y cerca, demasiado cerca, del Caribe. Esto es, en pleno Dominio Hispano, como recuerda Gosse.
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