Cultura

Del puro espíritu

  • 'ADONAIS'. Percy Bysshe Shelley. Trad. Vicente Gaos. Prólogo Jaime Siles. Visor. Madrid, 2016. 148 páginas. 12 euros.

Dedicado a la temprana muerte de su amigo Keats, ocurrida en diciembre de 1820, sólo dos años antes de que el autor, a quien Byron llamaba el mejor de los hombres, se ahogara en un naufragio frente a las costas de Italia, Adonais es no sólo uno de los grandes poemas de Percy Bysshe Shelley, sino también una de las más hermosas elegías de la historia de la literatura en cualquier lengua. Recuperada por Visor con un prólogo entusiasta de Jaime Siles, la versión castellana de Vicente Gaos apareció por primera vez en la veterana colección que toma su nombre precisamente del poema de Shelley, el mismo año (1947) que un Hierro veinteañero ganaba el premio homónimo por su poemario Alegría. En su 'Breve historia' de Adonais contaba José Luis Cano, su impulsor y director desde la primera hora, cómo se había inspirado en las predecesoras Litoral de Emilio Prados o Héroe de Manuel Altolaguirre, en la que este último, por cierto, publicó su propia traducción -luego completada por el mexicano Castro Leal- de un poema que señala una cumbre ineludible de la lírica inglesa del Ochocientos.

Se pregunta Siles si Shelley, que no deja de servirse del imaginario mitológico de la Antigüedad y de la retórica neoclásica, puede en rigor ser caracterizado como romántico, distinguiendo su propuesta esencial -relacionada con la del propio Keats, con la de Hölderlin o Novalis- de otras más tópicas o efectistas -la del 'moderno' Byron, sin ir más lejos, perdurable por otras razones- a las que también se aplica el adjetivo. Ubicada en el "recinto del puro espíritu", la obra de Shelley contiene motivos convencionales, pensamientos un tanto abstrusos o pasajes excesivamente declamatorios, pero en sus mejores momentos alcanza un vuelo, una altura que conmueve o sobrecoge -"su grandeza está en su misterio"- más allá del entendimiento e incluso de las palabras. Las 55 estrofas de Adonais, transvasadas por Gaos en claros endecasílabos, son el otro y más extenso epitafio, redactado desde la devoción y un dolor mitigado por la conciencia de la inmortalidad, de aquel cuyo nombre fue escrito en el agua.

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