Literatura

Maneras de hablar con los fantasmas

  • El editor Pedro Tabernero amplía ‘Relatos del desertor del presidio’, una serie de libros ilustrados sobre el miedo a la que se suman entre otros Hipólito Navarro, Francisco Núñez Roldán o José Antonio Ramírez Lozano

Pedro Tabernero, cuarto por la izquierda, acompañado de algunos de los escritores e ilustradores de la colección, el jueves en el Hotel Alfonso XIII.

Pedro Tabernero, cuarto por la izquierda, acompañado de algunos de los escritores e ilustradores de la colección, el jueves en el Hotel Alfonso XIII. / Juan Carlos Muñoz

Cuenta el editor Pedro Tabernero que en la niñez, cuando regresaba a casa sucio y despeinado después de jugar en la calle, sus familiares le decían que se asemejaba con ese aspecto desaliñado a "un desertor del presidio". Aquella expresión tan evocadora desataba la imaginación de aquel chaval, y pese al tiempo transcurrido la frase perduraría más tarde, ligada a esas sensaciones de asombro y extrañeza, en algún recodo de su memoria. Décadas después, cuando Tabernero inició una colección de libros ilustrados con historias de carácter sobrenatural, sobre los miedos, la magia y esa parte que no responde a la lógica y que habita en nosotros, tuvo claro el título, Relatos del desertor del presidio. La serie continúa ahora con seis nuevas publicaciones, en las que participan autores como Hipólito G. Navarro, José Antonio Ramírez Lozano o Juan José Téllez, volúmenes que se presentaron el jueves en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla y que coinciden en su voluntad de explorar lo imposible.

Eduardo Mendoza, que prologa El mueble inquieto, la narración que ha escrito Hipólito G. Navarro y que ilustra Jordi Garriga, vincula este cuento "al despiadado mundo de las maldiciones familiares". La en principio intrascendente venta de un bargueño esconde un secreto: esa pieza posee una historia truculenta, ha llevado a la locura a su propietario y amenaza con arrastrar al abismo a sus descendientes. El autor de Los últimos percances o El pez volador, uno de los mejores cuentistas del país, señaló divertido que Tabernero evitó que conociera al ilustrador Jordi Garriga "para que la edición no se alargara hasta el infinito y no entráramos en el bucle de voy a añadir este párrafo, así tú haces este dibujo...".

Pese a su veteranía, el pintor Juan Torres firma su primer libro ilustrado en No hay muerte, en el que dialoga con el escritor Juan José Téllez y en el que recrean la Algeciras de los 70 y los 80. Un conjunto de "edificios en ruinas, paisajes sin esperanza", habitado por "gente muerta en vida, que se ha metido en el laberinto de las drogas", como apunta Benjamín Prado en la introducción. Seres marginales que se esconden en Villa Medicis, un caserón abandonado donde resuena un alarido estremecedor, aunque, como dice uno de los personajes, "los fantasmas están dentro de nosotros".

Ilustración de Jordi Garriga para ‘El mueble inquieto’. Ilustración de Jordi Garriga para ‘El mueble inquieto’.

Ilustración de Jordi Garriga para ‘El mueble inquieto’. / D. S.

Otro de los títulos de la colección, El paciente designado, surgió de una visita de Pedro Tabernero al estudio de Horacio Hermoso, cuando el primero se interesó por el autor de un cuadro que representaba a dos demonios y el artista le respondió que ése era su "yo de 14 años". A partir de ahí, y tras involucrar al escritor Antonio Sancho Villar, idearon un proyecto sobre el Guadalquivir y sus monstruos fluviales, "criaturas aptas para llenar las filas de un freakshow", una historia delirante ambientada en un Jueves Santo surrealista ante la que aquella estampida que se vivió hace un tiempo en la Madrugá se antoja una velada predecible y anodina.

En Chantal y la sombra, Francisco Núñez Roldán se enfrentó a lo que él define como un tour de force: tuvo que escribir una historia a partir de los dibujos que ya había hecho Marta Morón. Una joven escritora encuentra en el cementerio una carpeta que parece encerrar la historia de un muerto, Hilario Segura, y el espíritu de ese hombre se convertirá en una presencia fundamental en su vida. En la introducción, José Antonio Ramírez Lozano celebra la "trama nada simple ni predecible" de la obra, "verdadero muestrario de arquitectura literaria".

Uno de los dibujos de Rafael L. Setién para el libro ‘Dos hermanos legos’. Uno de los dibujos de Rafael L. Setién para el libro ‘Dos hermanos legos’.

Uno de los dibujos de Rafael L. Setién para el libro ‘Dos hermanos legos’. / D. S.

Lozano forma parte también de los Relatos del desertor del presidio, donde publica el libro número 100 de su carrera, Chinadown, ilustrado por Roberto Sánchez Terreros. Eliacer Cansino destaca en el prólogo la "tensa pero fructífera relación" que el narrador tiene con la ciudad en la que vive, Sevilla, "tensa porque a veces la desnuda con el escalpelo de su ironía". La primera escena puede verse como una declaración de intenciones que dinamita la tentación de caer en la postal turística, con una rata asesina que pasea por los alrededores de la Catedral. En el subsuelo fantasmal de la ciudad conviven una comunidad de chinos; Miguel de Mañara, que aguarda que le den la comunión; y Nicolás Monardes, el botánico que plantó los primeros tomates de Europa en la calle Sierpes.

En la última de las publicaciones, Dos hermanos legos, ilustrada por Rafael L. Setién, Ramón Pérez Montero se inspira en "una leyenda campestre sobre un monasterio que existe todavía, reconvertido en hotel en el Parque de los Alcornocales", desvela el autor de Medina Sidonia. Dos monjes encargados de la restauración del inmueble verán cómo brotan en ellos la "avaricia" y también unos "deseos perversos de tipo sexual".

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