Suspiros de España | Crítica

Españoles

  • El historiador gallego Xosé M. Núñez Seixas publica una desapasionada aproximación al origen y la evolución del nacionalismo español que arroja luz sobre el debate de las identidades

El general Prim en la Guerra de África, por Francesc Sans (1865).

El general Prim en la Guerra de África, por Francesc Sans (1865).

Existe y ha existido, claro, un nacionalismo español, que como sus homólogos ibéricos y europeos tiene una tradición rastreable en la que se mezclan una relectura selectiva de la historia –las identidades nacionales se construyen a partir del pasado, a menudo desde la conciencia del esplendor perdido– y desarrollos e interpretaciones de todas las ideologías. En su desapasionado acercamiento a la materia, que toma su título del popular pasodoble cartagenero, el profesor Núñez Seixas se remonta a la Guerra de la Independencia, cuando la lucha contra el invasor francés desató un sentimiento –aún entonces espontáneo, aunque contara con antecedentes en los siglos anteriores, en los que la idea de España se vinculaba a la lealtad dinástica sin presumir la existencia de una comunidad soberana, titular de derechos políticos– de cohesión y fervor colectivo, y analiza tanto el origen del nacionalismo propiamente dicho como su evolución hasta nuestros días. No fue un proceso distinto, por cierto, pues no somos tan diferentes, del ocurrido en otros países ocupados por los ejércitos napoleónicos, y tampoco lo sería la búsqueda de hitos históricos o la elaboración teórica de un corpus, ya avanzado el XIX, que puede asimismo compararse con el de otras naciones modernas, en particular la propia Francia que fue en muchos aspectos el modelo a seguir.

Xosé M. Núñez Seixas (Orense, 1966). Xosé M. Núñez Seixas (Orense, 1966).

Xosé M. Núñez Seixas (Orense, 1966).

No exclusivo de los conservadores, el nacionalismo español ha seguido también direcciones liberales, socialistas e incluso libertarias

Como explica Núñez Seixas, el nacionalismo español no sólo ha tenido una impronta conservadora, tradicionalista o reaccionaria, sino que también ha seguido direcciones liberales, socialistas e incluso libertarias. Poco importan a este respecto las fronteras difusas –constatables de otro modo en los nacionalismos periféricos– entre los términos nación, patria, pueblo o gente y sus derivados. Al recorrido del nacionalismo tras la restauración de la democracia dedica el autor la mayor parte de su libro, que adquiere en el último tramo un tono de divulgación casi periodística, en tanto que muy ligada a la actualidad inmediata. Una cosa son los buenos patriotas, cabe recordar con el siempre lúcido Juan de Mairena, que nos animaba a ser incondicionales pero exigentes y muy críticos, y otra los buenos españoles.

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