De libros

Una voz

Teresa Falcón Aymerich, que, como ella misma dice, tiene nombre de escritora o personaje de novela del siglo XIX, es directora de Recursos Humanos de una gran empresa en Madrid, 53 años, divorciada, con un hijo de 30 con el que apenas cruza palabra, una relación acabada con el director de su empresa, un hombre casado al que, desde que terminó el affaire, llama por su apellido, y una cabeza que no para de pensar. Hace años echó al jefe de contabilidad porque alguien había volatilizado medio millón de euros. Pero el dinero sigue desapareciendo, por lo que su jefe y ex amante le pide que descubra quién es el verdadero ladrón o de lo contrario se verá obligado a echarla. Eso ocurre el mismo día en que un policía de cómic la llama para decirle que han atropellado a su hijo y... ha muerto.

El gran hallazgo de esta novela de David Barreiro (Gijón, 1977), que fue finalista del Premio Herralde 2015 (si hubiera sido publicada por la editorial convocante del mismo quizá alcanzara la repercusión que merece), es la voz de la narradora. Una voz femenina que no para de hilvanar pensamientos, con una mordacidad que hace sonreír cada pocas páginas, que las suelta frescas y no se anda con tapujos, que sabe pisar fuerte, con los tacones y con más cosas, y que absorbe al lector desde que, al principio, le cuenta a su compañera de despacho que sí, que tuvo un lío con el jefe, hasta que, al final, cuando ya ha descubierto quién es el verdadero ladrón, pero no lo ha comunicado a la empresa y la han despedido, es llamada por otra multinacional para ofrecerle trabajo. Por el camino, el descubrimiento de la vida desconocida de su hijo, y la narración, llena de chispeante malicia e inteligencia, de las miserias de una vida con más de medio siglo, y el despliegue de una voz potente, inagotable, seductora. Hay que tener una gran voz narrativa para crear un personaje perdurable. Barreiro ha demostrado tenerla.

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