Fútbol | Final Copa del Rey

El Real Madrid se va con 20 Copas del Estadio de la Cartuja

Rodrygo logra abatir al guardameta del Osasuna en su segundo gol

Rodrygo logra abatir al guardameta del Osasuna en su segundo gol / Antonio Pizarro

El Real Madrid sale del Estadio de la Cartuja con 20 Copas en su palmarés. Los blancos hicieron buenos los pronósticos, aunque es verdad que no lo pudieron hacer con la holgura que se podía presagiar tras el gol inicial de Rodrygo a los dos minutos de partido. Pero el fútbol del Club Atlético Osasuna es así, jamás dan su brazo a torcer en el pulso por un triunfo, y menos por un título que se le resiste. Los navarros fueron capaces de empatar, incluso, a través de un golazo de Lucas Torró, pero Rodrygo los volvió a derribar con su habilidad para anotar goles trascendentales.

Es la diferencia entre un brasileño y otro, entre el bigoleador Rodrygo y el tan brillante como juvenil Vinícius. Uno se encarga del trabajo real, otro mezcla acciones de crack con actitudes propias de un niño con sus berrinches. Es más, necesita niñeras en su propio equipo para impedir que cometa una tontería más de la cuenta. Eso sí, cuando desequilibra por la banda es capaz de destrozar al rival como en la internada del uno a cero. Tal vez sean complementarios para hacer un trabajo espectacular y de ello se beneficiaba en la noche sevillana un Real Madrid que salía con una Copa más en su colmada sala de trofeos.

No podía comenzar mejor el partido para el Real Madrid. Primera jugada de Vinícius por la banda izquierda, deja atrás a dos futbolistas de Osasuna como si jugara contra los juveniles de la entidad navarra y el pase atrás era rematado por Rodrygo para cantar el primer gol previo toque en un futbolista rival. Ni Carlo Ancelotti hubiera escrito un guión tan ideal para los suyos con esa pareja de brasileños tan complementaria como letal para los adversarios.

Golpe inicial

El cuadro blanco, además, transmitía en esos minutos iniciales una superioridad insultante, cada vez que la pelota desembocaba en Vinícius era una fuente de peligro brutal para los rojillos. Pero el partido, lógicamente, comenzó a equilibrarse a través de los primeros acercamientos de los once elegidos por Jagoba Arrasate. Los avisos fueron constantes, incluso, en varios centros de Rubén Peña que siempre encontraban la cabeza de Budimir o de cualquier otro de los que atacaban.

Rodrygo celebra el segundo gol de los madridistas. Rodrygo celebra el segundo gol de los madridistas.

Rodrygo celebra el segundo gol de los madridistas. / Antonio Pizarro

El problema, para Osasuna, es que ninguno de ellos se producían con la mínima intensidad para inquietar siquiera a Courtois. Pero nunca se sabe cuándo puede llegar la primera bala de verdad en esa ruleta rusa de permitir que los navarros lleguen a utilizar la suerte que mejor manejan.

Ocasiones claras

Todo se tranquilizaba, de cualquier manera, hasta que en un solo minuto iban a producirse las dos ocasiones más claras de todo el primer periodo aparte del gol inicial de Rodrygo. En la primera de ellas, Benzema se iba a topar con un paradón de Sergio Herrera después de una nueva cabalgada de Vinícius y también con la intervención de Rodrygo en su pase atrás.

Y en la jugada inmediatamente después llegaría la gran ocasión de Osasuna para haber empatado. Fue una galopada de Abde, que se deshizo de Militao en su carrera, pero el extremo cedido por el Barcelona tenía poco ángulo para superar la salida de Courtois y optó por una picadita que permitió la llegada de Carvajal para impedir que el balón sobrepasara la línea de gol.

Fueron dos chispazos antes de que Alaba estrellara una falta muy lejana en el larguero y de que comenzara el show de Vinícius, el malo por supuesto, que el bueno ya había empezado muy pronto con su gran jugada en el gol. El brasileño, más pendiente de la grada, de las provocaciones y del resto de las tonterías que lo acompañan en su excelente juego, se ganó la tarjeta amarilla antes del intermedio y por ahí se podía descoser su equipo, aunque también Moncayola y David García estaban amenazados ya con irse a las duchas antes de tiempo.

Partido abierto

El partido, de cualquier forma, quedaba abierto para el segundo acto, algo que casi nadie hubiera pronosticado después del arranque que tuvo con el tempranero gol de Rodrygo. Y lo que sucede cuando al Osasuna se le deja metido en la pelea es que es capaz de agarrarse a lo que sea para mantenerse vivo. Un poco antes de la hora de juego un balón centrado por Abde se quedaba en el borde del área para Lucas Torró conectara un verdadero misil para darle lustre a su excelente partido.

Lucas Torró marca el gol del empate del Osasuna. Lucas Torró marca el gol del empate del Osasuna.

Lucas Torró marca el gol del empate del Osasuna. / Antonio Pizarro

Las tablas habían vuelto después de mucho tiempo, pero al Osasuna no le dio tiempo ni a poder manejarlas. Tardó poco el Real Madrid en volver a adelantarse después de una serie de cambios que jugaron en contra de los rojillos. Un balón disparado en el borde de área le caía en solitario a Rodrygo para que éste volviera a demostrar su calidad en los remates. Dos a uno de nuevo para el Real Madrid y aquello parecía imposible que volviera a escapársele al campeón más campeón de los campeones.

El cuadro de Ancelotti fue el que tuvo las opciones más claras, sobre todo en una llegada de Vinícius que fue de generoso en lugar de rematar él a gol (90’) y eso hizo posible que el Osasuna hasta pudiera igualar en la última jugada a través de Kike Barja. Hubiera sido demasiado bonito dentro del sueño vivido por los navarros, perro no llegó a suceder y quien recibió la Copa de manos del Rey Felipe fue Benzema, capitán del Real Madrid, el club que más trofeos de campeón acumula en sus vitrinas en todas las competiciones.

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