El Arsenal se vio impotente en el estadio de los Emiratos para derribar el infranqueable muro defensivo del Milan en un choque que transcurrió con un sinfín de ocasiones frustradas para los locales. Consciente de la experiencia de su oponente, el francés Arsene Wenger quiso que sus hombres emplearan su mejor fútbol ante el gigante italiano, con más tablas cuando se trata de pelear en el continente.

Pero no fue del todo así. El Emirates no presenció, ni de lejos, las mejores cualidades de la formación inglesa, pero no se le puede quitar mérito a este equipo en cuanto a sus incansables esfuerzos para derrocar anoche, con escaso éxito, la solidez defensiva de su rival italiano. Los de Wenger no se quedaron quietos. Movieron la bola, que distribuyó de forma admirable Cesc.

Un remate de cabeza del marfileño Eboue pudo haber costado caro al Milan, si no llega a ser por la presencia y pericia de Nesta, al rescate del meta visitante Kalac. Si bien el Milan mostró más temple y mejor control en este primer acto, las llegadas más peligrosas a la meta rival se las apuntaron los gunners, siempre con las miras fijas en lograr ventaja numérica sobre los pupilos de Ancelotti.

El descanso sentó bien al club de Londres. Al Arsenal le llegó su mejor oportunidad tras el paso por vestuarios, con un pase de Hleb que esquivó a Oddo y recaló en los pies de Eboue, quien amagó con un disparo que pudo ser letal y que se desvió por poquísimo junto al palo de Kalac.

Todo eran intentonas frustradas por parte del Arsenal, desesperado en los últimos minutos por desnivelar, mientras que el Milan, calmado, continuaba atornillado en la zaga, sin romperse y reaccionando ante la persistencia anglosajona