Málaga c. f. | poli ejido · la crónica

Aviso al sistema nervioso

  • Chasco El Málaga empata ante un Poli Ejido ultradefensivo que se adelantó en el marcador Táctica El colista ahogó las armas blanquiazules cerrando espacios

Es una cruel carta de bienvenida a la fase de la competición donde decide el sistema nervioso. La puñalada que el Poli Ejido asestó al blanquiazul debe servir para concienciar a quien aún no lo tenga claro. La Segunda División obliga al todo o nada. Ascenso o descenso, no hay objetivos escalonados como la zona Champions o los puestos UEFA para derivar responsabilidades y establecer grupos de lucha. Dos objetivos antagónicos que señalan a mejores y peores en la tabla, pero defendibles en igual intensidad. Tanto, que a estas alturas resulta un ejercicio obligatorio no distinguir entre colistas o aspirantes. Un inopinado empate ante el último clasificado agarró al entorno de la pechera y le volvió a recordar cuántos litros de sudor hacen falta para un ascenso.

Pero es un borrón a todas luces. Un resultado que obliga a invertir la media inglesa y que reduce el colchón de puntos a cinco. Dicha ventaja no había descendido a tales cotas desde la jornada 6 -el Racing de Ferrol era el cuarto-. El choque de Las Palmas se convierte ahora en un alegato a la autoridad mostrada durante media Liga. Sólo en el estadio Gran Canaria podrá concluirse cómo digieren los de Muñiz el traspié. La parroquia de fieles, que ayer respondió con la segunda mejor entrada de la campaña, no terminó de entender un empate ante el Poli Ejido. Quedan muchos nervios por consumir de aquí a junio, fuera y dentro del fortín de Martiricos.

De él salió vivo el colista. Edificar una muralla infranqueable (y horrorosamente fucsia) fue la antiestética táctica a la que recurrió Castro Santos para soñar con puntuar. Era su gran baza, minar la psicología del Málaga para reducir la diferencia de calidad y plantear una pelea sobre el barro. Sin más armas que el espíritu y las propias manos. Tuvo que llenarse de fango hasta el cuello el cuadro de Muñiz, un zurdazo impensable (y casi imperceptible) de Juli mediante, para reclamar lo que era suyo. Su reacción sólo rentó un punto y llegó más producto del corazón que de la cabeza.

Sólo envuelto en un sobreexpuesto 1-3-5-2 hubo respuesta. Fue el método de Muñiz tras el descanso para pintar los espacios que el Poli Ejido le negó en toda la primera parte. Castro Santos cambió a última hora su defensa de cinco para adelantar la maraña al centro del campo. Toedtli era el único que vivía en posiciones adelantadas. La primera avanzadilla para la presión la componían Moreno, Usero y Juli; por detrás, Curro Vacas y Rodri planteaban más escaramuzas. Paulo Jorge y Eliseu fueron incapaces de estirar el campo y los cortocircuitos se acumulaban en la zona de creación. Quedaba claro de nuevo, por si alguno aún no se había dado cuenta, que este Málaga no hace más daño cuando acumula más hombres en ataque, sino cuando domina el interlineado.

La medida del asturiano cambió el escenario. La reanudación dejó a Rossato y a Paulo Jorge en las gradas y un grato recuerdo: el mismo esquema con el que el Málaga asoló al Racing de Ferrol (4-2) en la mejor segunda parte de la campaña en Martiricos. Pero apareció la variante inesperada, el magnífico tanto de Juli, seguramente con el equipo aún aterrizando en su nuevo dibujo.

Despertó La Rosaleda, a impulsos un jugador más, aunque perpleja ante el revés. El quid seguía en los espacios muertos, en el problema geométrico donde se ahogaba el Málaga. Con tres arquitectos en el campo, Hidalgo, Sandro y Apoño, la gravidez fue inclinándose hacia la meta de Bello Amigo. Por entonces, el partido vertía un dato nada baladí: probablemente ningún conjunto de la categoría pueda exhibir un poderío ofensivo como el blanquiazul. Porque Jesús Gámez puso su nombre al carril diestro y consiguió él solo la amplitud que Paulo Jorge no encontró. Baha y Peragón fijaron a Castell y Juan López (enormes ambos ) en el área y Antonio Hidalgo buscó las cosquillas con suma libertad. Sandro asió el péndulo y, aunque él siempre prefiere oscilar hacia la izquierda, encontró mayor amenaza por la derecha. El gol de la igualada, una apertura suya a Jesús Gámez que éste transformó en su tercera asistencia de gol a Baha -el canterano es quien mejor sabe leer los inteligentes desmarques del franco marroquí- , fue el reflejo del nuevo contexto.

Fue un empate temprano, con tiempo para ser el entremés de una remontada y bajo una nube de ruido de tambores de guerra. Pero el Málaga no aprovechó el rebufo, el Poli Ejido no se descompuso (tampoco buscó con ahínco los contragolpes) y el partido murió entre despejes de Bello Amigo o continuos centros sin destinatario. Un chasco en toda regla, pero no ha llegado aún el tiempo del drama.

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