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Baño de credibilidad (0-2)

  • El Málaga da una sensacional respuesta a su crisis con un triunfo labrado desde el compromiso y la calidad individual El equipo es decimotercero y se embolsa el 'average'

O el Málaga pusilánime se tomó unos días de descanso o el Málaga esperado apareció 26 capas después. Si el empate contra el Valladolid fue una inyección de desencanto, la victoria contra Osasuna resultó un baño de credibilidad. Más que los tres puntos, la recompensa es la fe recargada, la fusión del qué y del cómo, una respuesta oportuna. Costará volver a ver una versión casi perfecta como la de anoche, pero técnico y plantilla se han hecho acreedores a un voto de confianza. Hablaron los días previos, hablaron en El Sadar; llegó la catarsis pretendida. El aficionado volvió a sentirse orgulloso por encima de sus expectativas.

Una victoria que vale más por el recorte de puntos con los que estaban por encima que por el distanciamiento con el descenso. El equipo blanquiazul es ahora decimotercero, se embolsa otro average ganado en el bolsillo y tiene cuatro equipos entre sus tres puntos de ventaja con el descenso y le echa el aliento en el cogote a Celta y Granada. El Málaga moribundo pegó un golpe de timón en la clasificación.

El equipo rozó la matrícula de honor y convirtió el fortín de Osasuna en una fortaleza de papel. Se quedó en el sobresaliente por su mala aplicación en la defensa de la estrategia, que casi le hace tirar por tierra un montón de buenos propósitos. Hubo una puesta en escena valiente y ambiciosa, una contestación superlativa a la expulsión de Jesús Gámez y una magnífica actitud imperturbable durante los 90 minutos. Todo ello regado con altas dosis de calidad individual por parte de Amrabat, Caballero, Santa Cruz y Samu. Aunque el malagueño estuvo más errático, él empezó a darle sentido a todo. Un gran servicio al hueco del holandés sólo podía acabar en gol con un toque sorprendente y elegante. Samu lleva tres goles y en los tres se puso el frac para definir. Golazo para dar sentido a una presentación poderosa del Málaga, en la que el enroque de Schuster entre Darder y Tissone sentó muy bien.

Comprometido, presionando arriba y con una gran conciencia de la oportunidad que había en juego, llegó una fuga tremenda a balón parado. Un escenario perfecto para que Caballero también demostrara su motivación. Damiá, a escasos dos metros de gol y libre de marca en un gran movimiento para zafarse, cabeceó con todo a favor. Willy detuvo el testarazo como quien detiene un balazo con una espada. Brutal ejercicio de reflejos. Cuántos cuadernos habrá gastado ya San Pedro apuntando los milagros de Willy. Haciéndole la competencia a Fátima y Lourdes, hizo entender que el debate con Argentina estaba equivocado. No hay que plantearse por qué Sabella no lo convoca, sino pedir la partida de nacimiento del seleccionador y comprobar que en el fondo no es argentino. De hecho, la albiceleste se le queda corta a Caballero, que ya merece la presencia del país. Más tarde Loties dispararía al palo derecho y el balón saldría escupido fuera; los postes ya son sus perros guardianes.

Si el Málaga se echó atrás contra el Valladolid cuando se puso por delante, ayer cambió el registro. Lo que pasa es que Osasuna descubrió la entrada secreta a balón parado y la buscó sistemáticamente. Ese runrún continuo regó una primera parte que, por suerte, acabó en victoria.

Con la duda de saber cómo el Málaga defendería su renta rondando por las cabezas, Jesús Gámez, que había visto la primera amarilla por protestar una falta en la que se había tirado, sacó torpemente a pasear su brazo en un salto. Y la afición empezó a ver al príncipe de nuevo convertido en rana. Pero el Málaga dio una lección de entereza, la que le faltó hace una semana, y de concentración. Robó Darder, Amrabat fijó su cuerpo al suelo e imantó un par de rechazos. Santa Cruz vio su desmarque por el retrovisor y lo dejó solo ante Andrés Fernández con una maravilla de asistencia. La jugada dejó dos conclusiones claras: cuando haya un terremoto, siempre habrá dos cobijos seguros, bajo una puerta y bajo Amrabat. Qué extraordinario manejo del cuerpo posee el holandés; y que Santa Cruz ha decidido rejuvenecer para ser ese imponente delantero del Bayern Múnich. Como los drones, desde su altitud posee una visión perfecta para dar rienda suelta a toda su inteligencia.

Así que el Málaga no sólo aguantó su renta, sino que la amplió y fue empequeñeciendo a Osasuna hasta ahogarlo en la impotencia de colgar balones desesperados. Tan impotentes estuvieron que la mejor ocasión la remató Flavio en propia puerta. Pero hasta esas las caza Caballero. El pitido final fue música celestial, aunque aún quedaba algo bueno. Amrabat, que se había peleado con un recogepelotas que le había negado el balón rápido, acabó abrazado a él y regalándole su camiseta. Quién no querría ayer ese 23.

 

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