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Berni, el 'antihéroe'

  • El capitán apenas rememora la canasta del triunfo que logró en Bamberg para centrarse en el Valladolid

Bernardo Rodríguez Arias es de esos jugadores que han recibido mayor valor por parte de los que han compartido con él el día a día que fuera de este espectáculo llamado baloncesto. Bozidar Maljkovic, quien le dirigiera en sus inicios como jugador del Unicaja, llegó a decir de él que era "el jugador más maltratado del baloncesto español". Generalmente, los titulares no giran en torno a su figura. Tampoco es de esos jugadores a los que se le cuelgan el cartel de estrellas y, sin embargo, en las 13 temporadas que lleva ya de verde siempre ha sido uno de los hombres imprescindibles para sus entrenadores.

Quizás más reconocible en facetas oscuras, como la soberana defensa que hizo a Papaloukas en la final del Mundial de Japón que España logró el oro, no es de esos jugadores que se espera que te resuelvan un partido con un tiro imposible o decisivo. El jueves, y a pesar de que no fue el mejor del equipo en Bamberg, sí que revivió una sensación que, aunque a algunos pueda resultar extraña, no le es tan desconocida.

"Meter la última canasta que da la victoria es una sensación increíble porque habíamos hecho un buen partido en general y llegamos con opciones de ganar en el último momento del partido", decía ayer el capitán sobre el lanzamiento que hizo a falta de cuatro segundos para acabar el partido ante el Brose Baskets, tras coger el rebote que se generó tras el tiro fallado por Valters.

"La verdad es que fue una canasta con un poco de suerte, porque después de un tiro de Valters me encontré el rebote y en un momento así no hay mucho que pensar. Tiras y rezas para que entre", reconocía con total naturalidad el escolta malagueño, quien sabía que la celebración aún debía esperar: "Todavía quedaban cuatro segundos, así que había que mantener la alegría un poco estancada porque ellos tenían una última posesión. Incluso llegaron a tirar. Una vez que no entró el balón, sí que se soltó la alegría. Además, porque realmente era un partido importante porque es muy difícil ganar fuera de casa en la Euroliga".

Una felicidad especial por la incidencia personal en la jugada. Tiros libres aparte, pues de sus manos salieron los que cerraron la Copa del Rey de Zaragoza, un sabor similar al de encuentros como el del día ante el Estudiantes, con Maljkovic en el banquillo, que logró la cesta victoriosa realizando un extraño escorzo en el aire. O el contragolpe y bandeja con el que el Unicaja eliminó al Real Madrid en los cuartos de final de la Copa del Rey en 2008.

Momentos que otros jugadores, más amigos de lucir capa de héroe que él, aprovecharían quizás mejor que Berni, quien ahora ya simplemente piensa en el partido de mañana ante el Blancos de Rueda Valladolid: "Será un partido complicado. Si queremos seguir arriba no podemos fallar en el Carpena. Hay que jugar un partido muy duro, estar concentrados desde el minuto uno porque este tipo de equipos, si no les dejas las cosas claras desde el principio, se pueden crecer". Es la palabra de Berni, palabra de antihéroe. Eso sí, palabra de capitán.

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