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Bolt, el mito que pone fin a su carrera

  • El jamaicano disputará por última vez los 100 metros en la cita que arranca mañana en la capital británica

Por grandes que puedan ser las proezas de los atletas en carreras trepidantes, saltos circenses y vuelos magníficos de artefactos lanzados por brazos poderosos, los Mundiales de Londres 2017 (desde mañana y hasta el 13 de agosto) pasarán a la historia, inevitablemente, por un adiós: la despedida del más grande.

El sábado 12 de agosto, a las 22:50, la final masculina de relevos 4x100 pondrá remate a la grandiosa trayectoria de Usain Bolt, diez años majestuosos entre los Mundiales de Osaka 2007, donde asomó la cabeza, y los de Londres 2017, donde la llama se extingue. Palidecen, en presencia de Bolt, las excelencias de otros atletas de acrisolada calidad que, para su desgracia, han sido coetáneos del jamaicano. Aquel muchacho de 17 años, larguirucho, desgarbado y tímido, que en 2004 se encomendó a la dirección técnica de Glen Mills -el hombre que un año antes había hecho campeón mundial a Kim Collins en París-, llegó el último, lesionado, en la final de 200 de los Mundiales de Helsinki de 2005. En los de Osaka 2007 ya sólo lo batió el estadounidense Tyson Gay, que vivió su momento de gloria con el doblete de la velocidad. Estaba a punto de producirse el gran estallido del Relámpago.

Por su morfología (1,96 metros de estatura y 76 kilos) siempre se encontró más cómodo en el 200. En Osaka, con 21 años recién cumplidos, Bolt perdió ante Gay, que hizo el récord de los campeonatos con 19,76 frente a los 19.91 del caribeño. Nunca más volvió a ser derrotado en grandes campeonatos, ya fueran Mundiales o Juegos Olímpicos. Sólo dejó escapar una medalla de oro, la de 100 metros en Daegu 2011, por ser descalificado por su salida prematura.

Ocho títulos olímpicos (perdió el de relevos 4x100 de Pekín 2008 por dopaje de su compañero Nesta Carter) y once mundiales resumen la asombrosa trayectoria que ahora viene a morir en el estadio olímpico de Londres.

Bolt ha renunciado esta vez a su distancia predilecta, los 200. Consciente de que ya no es el mismo a sus 30 años, se ha inclinado por el 100, la prueba más carismática. Como casi siempre en vísperas de grandes campeonatos, su forma física suscita dudas. Ya le ocurrió antes de los Juegos de Río 2016, aunque en esa ocasión llegó con marcas intimidatorias (9,88 y 19,89). Ahora aterriza en Londres con apenas tres carreras a sus espaldas y como séptimo del ránking anual con unos 9,95 segundos que constituyen un modestísimo registro para quien tiene acreditados 9,58, su récord mundial en vigor desde el 16 de agosto de 2009.

La despedida de Bolt inaugura un debate paralelo sobre el sucesor. No sólo como rey de la velocidad, sino como gran estrella del atletismo en general. "No quiero retirarme perdiendo", advirtió el jamaicano, que suele cumplir su palabra.

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