El silogismo dice que si la Liga inglesa es la más rica y potente de Europa, el campeón local debería serlo también de todo el continente. Y no estará muy equivocado. Manchester United y Chelsea se jugarán en tres semanas el título de la Premier League y la corona de la Liga de Campeones.

Los diablos rojos y los blues se juegan todo en las dos últimas jornadas de Liga y en la final de la Champions en Moscú, el 21 de mayo. El doblete será para unos o para otros, o bien habrá un reparto de premios. "El Manchester United y nosotros estamos haciendo una fantástica temporada. En el campeonato estamos cabeza a cabeza y ahora estamos en la final de la Liga de Campeones. Veremos quién llega por delante al final", dijo Michael Ballack, tras eliminar el miércoles al Liverpool.

"Me di cuenta de que Hyypia llegaba tarde y es un penalti claro", explicó el alemán, que sufrió la falta decisiva para que ya en la prórroga los locales se adelantaran de penalti por 2-1. Luego Drogba puso el 3-1 y Babel añadió emoción a un partido en el que los jugadores del Chelsea por fin pudieron sacarse la espina tras dos eliminaciones en semifinales con el Liverpool los últimos tres años.

El propietario del Chelsea, el multimillonario ruso Roman Abramovich, está a un paso de su gran sueño: ser campeón de Europa. Y encima, podría serlo en Moscú. Será la primera final de la Copa de Europa de la historia del club londinense. Para ello Abramovich lleva años invirtiendo mucho dinero. Confió en el técnico estrella Jose Mourinho. Pero ha sido sin el portugués y con el bajo perfil del israelí Avram Grant cuando el equipo está más cerca de lograrlo. Aunque la impronta de Mourinho aún se nota. El ascendente del portugués en el equipo, despedido al inicio de campaña, todavía es muy fuerte y que los capitanes solicitaron a Grant jugar con el esquema 4-3-3 que empleaba Mourinho.

De momento, la final de Moscú deberá esperar. El fin de semana, Chelsea y Manchester se juegan la Premier en la penúltima jornada.