Euroliga

Cloroformo Spanoulis (61-69)

  • El Unicaja se postra ante el Olympiacos en el estreno del 'Top 16' El nefasto día en el lanzamiento y el dominio del ritmo del genio griego hacen imposible un inicio fructuoso.

Las costuras que el Unicaja oculta de manera admirable para firmar unos números extraordinarios en la Liga Endesa son más evidentes en la Euroliga. Sin la efervescencia ni el mismo halo mágico que en la tremenda victoria sobre el Madrid el pasado martes, seguramente también a causa de ello, el equipo malagueño inició a pie cambiado el Top 16, postrándose ante el Olympiacos (61-69) del enorme Spanoulis, acaso el jugador más determinante de la competición. Metió 11 puntos, dos triples finales para sentenciar, y repartió 10 asistencias, de todos los colores y en todo momento. La mitad de los 69 puntos de su equipo fueron generados por el genio de Larissa, superior y desequilibrante, sin respuesta por parte del Unicaja. Conectó de manera dañina con Othello Hunter, el anhelo veraniego de la dirección deportiva cajista, que demostró que estaba muy bien tirada la bala. Metió 18 puntos, machacó en el rebote de ataque y estuvo casi a la par de Spanoulis en influencia e impacto en el encuentro. Notó el equipo local la baja de Markovic, con una lumbalgia de última hora que mermó de manera trascendente la posición de base. 

No fue un gran Unicaja, pero es que el Olympiacos hace que sus rivales jueguen mal, incómodos siempre. Penó en el lanzamiento el equipo de Plaza, que falló al final los tiros libres que le habían alimentado durante tres cuartos de partido. Es impropio firmar 17/56 en tiros de campo (3/17 en triples) para un ridículo 28% en tiros de campo. Pero da idea del coraje y del tesón del Unicaja que compitiera hasta el último minuto por el partido con esa lacra que resultó insalvable. En esos balones divididos, en esos rebotes se percibía que el partido tenía color rojo. Y así fue. Es largo el Top 16, pero puede hacerse eterno si no se gana. Y ya hay que vencer a domicilio para corregir. Era previsible la derrota, pero queda la incógnita de si se va a competir de verdad en este tramo de competición. 

Medirse al Olympiacos es hacerlo a un bloque de cemento armado configurado por sus jugadores griegos, inteligentes y profundos conocedores del juego en los dos lados de la pista, la espina dorsal del equipo que fue dos veces campeón de Europa. Sucede que esa tapia es movible, se agranda por todos lados, impulsada por el enorme poderío físico y atlético de sus jugadores americanos. Hunter, Dunston, Petway, Darden. Cromos en apariencia repetidos, pero cada uno con sus potencialidades. Y todos imbuídos de una filosofía que no cambia con cada entrenador que pasa. Lo que valía con Ivkovic vale con Sfairopoulos. Hay una idea que emana desde más arriba basada en el control del baloncesto, en la más ortodoxa tradición griega. Con Spanoulis, eso es indiscutible, a los mandos. Por eso competir con los boquerones de El Pireo es un asunto desagradable. En la lista de rivales incómodos en la Euroliga sale primero el Olympiacos, con el que el Unicaja ha perdido ya cinco veces en la última temporada y media. Hubo resuello en la confrontación veraniega en Estambul. Pero en la verdad Spanoulis es arrebatador, no deja ni las migajas. 

El Unicaja salió fuerte (10-4) pero quedó atrapado en la maraña invisible, como aquel personaje de La Odisea. La defensa agresiva hasta el límite del Olympiacos concedió al descanso 22 tiros libres (metió 18), pero el porcentaje en tiros de campo (5/29) era insostenible para aspirar a ganar un partido ante tamaño rival. El plan de Sfairopoulos pasaba por el desgaste extremo de Jayson Granger, único faro ante la baja de Markovic. El descenso de nivel cuando Stefansson le daba un respiro era demasiado evidente. Los exteriores del Olympiacos (Spanoulis, Mantzaris, Lafayette, Sloukas) buscaban a Granger en los dos lados de la pista, atacaban al uruguayo, le hacían sufrir en cada subida de balón. Pasó un momento crítico el Unicaja (21-29) tras ocho minutos sin anotar en juego, con los tiros libres como único sustento. Emergió, gigante otra vez, Fran Vázquez para aguantar en una carrera de fondo a la que no se adivinaba final. Un parcial de 6-0 cambió la tendencia del duelo, jugado al ritmo que el Olympiacos propone, el suyo. Y al descanso estaba vivo plenamente (29-32). 

Granger amenazaba, pero acercarse a la exhibición del Madrid no fue suficiente. En un partido de pocos puntos, se colocó a uno el equipo malagueño (33-34), a dos más tardes tras una ráfaga de Thomas (41-43). Pero ya en el último cuarto entró con la lengua fuera el cuadro local. Dos triples seguidos de Sloukas y Lojeski (47-56) alejaron la gesta. Kuzminskas, esta vez sí jugando los minutos decisivos, metió dos triples para extender la esperanza (59-64), pero los tiros libres fallaron en el momento clave. Green erró dos para poner a tres a su equipo. Empieza a preocupar el de Oklahoma. En ataque no da el nivel y mengua en vez de crecer. Y Spanoulis puso el cloroformo para tumbar al equipo malagueño. "Un quiero y no puedo", definió el duelo Plaza tras el encuentro. Preciso resumen del choque. Nada está perdido, pero el paso está cambiado. Nadie dijo que el Top 8 fuera fácil.

Ficha técnica

:

61- Unicaja (12+17+16+16): Granger (15), Toolson (5), Kuzminskas (12), Green (0) y Vázquez (11) - quinteto titular-, Thomas (11), Suárez (3), Stefansson (0), Vasileiadis (3) y Golubovic (1).

69 - Olympiacos (14+18+16+21): Darden (0), Spanoulis (11), Mantzaris (0), Petway (7), Dunston (1) - quinteto titular -, Hunter (18), Printezis (8), Sloukas (5), Kavvadas (0), Lafayette (9) y Lojeski (10).

Árbitros: Lamonia (ITA), Nuran (TUR) y Zashchuk (UKR). Señalaron técnica al entrenador del Unicaja, Joan Plaza, minuto 31. Eliminado por cinco faltas personales Othello Hunter, minuto 39.

Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada del Top-16 de la Euroliga disputado en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga ante 9.000 espectadores.

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