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Contador, aliado de Quintana

  • El madrileño revoluciona una etapa que se adjudicó Brambilla y mete presión a Chaves en la pelea por el podio Froome, sin equipo ni capacidad de respuesta, ve cómo se aleja el líder

Una emboscada de las que crean afición de Alberto Contador (Tinkoff) en la etapa más corta de la Vuelta 2016, disputada entre Sabiñánigo y Formigal, permitió a Nairo Quintana (Movistar) dar un paso de gigante para reafirmar su maillot rojo, hundió a Chris Froome (Sky) y dio la victoria a Gianluca Brambilla (Etixx).

Ése es el resumen de una jornada histórica que deja la Vuelta casi sentenciada en lo referente a la lucha por el título. Quintana, segundo tras Brambilla, aún más líder. No fue tan grave perder la etapa, ya que Froome perdió 2.40 minutos y gran parte de sus opciones.

El Movistar se apuntó al plan preparado por Contador, que no fue otro que tirar de principio a fin, y ya saborea el título, aunque falte una semana para Madrid. Quintana tiene a Froome a 3.37 minutos y a Esteban Chaves (Orica) a 3.57. La revolución llevó a Contador al cuarto puesto a 4.02 y con opciones de podio.

El ciclismo vive de épica y de hazañas que alegran la memoria pero que no abundan en los últimos tiempos. Y precisamente con la intención de rememorar lo acontecido en Fuente Dé en 2012, etapa en la que Contador arrebató la Vuelta a Purito Rodríguez con un antológico asalto en el Collado de la Hoz a 50 kilómetros de meta, el madrileño se lanzó prestó a marcar el ritmo.

Si alguien es capaz de reventar la Vuelta, ése es Contador. En esa idea coincide todo el pelotón. Y apareció el de Pinto en versión hazaña en el Pirineo aragonés para poner patas arriba la carrera e incluso eliminar de un plumazo la dualidad Quintana-Froome.

Después de la tempestad del Aubisque, nada de calma. La etapa más corta, 118 kilómetros hasta Formigal, resultó explosiva. Lo decidió Contador, herido pero no muerto. Que se lo digan a Froome y a su Sky, y a Chaves, Simon Yates y su Orica, víctimas de la tormenta de ataques del español, que los condenó a una frustrante persecución.

Contador atacó en el kilómetro seis con el lema camina o revienta. Arrancó, miró atrás cuatro veces en un minuto, e insistió e insistió hasta que se quedó delante con 13 hombres.

Quintana estuvo atento y se unió a él. También el Movistar, que además metió delante a Jonathan Castroviejo y a Rubén Fernández para llevar a su líder a las puertas del triunfo definitivo.

Una escapada hecha a medida. Por si fuera poco se sumó a en la avanzadilla Omar Fraile (Dimension Data) por los puntos de la montaña en Petralba (3a) y Cotefablo (2a), dispuesto a echar una mano en los ascensos. En las zonas más llanas ya se encargaba Castroviejo de mantener la diferencia, que llegó a ser de tres minutos a 55 de meta.

Solo y sin equipo, Froome se agazapó al grupo, al abrigo de la voluntad del Orica y del Astana, supeditado a terceras formaciones.

En el ascenso a Cotefablo, Froome buscó ayuda para tirar en el grupo perseguidor. Nadie le ofreció un relevo al triple ganador del Tour, provocando un pequeño parón. La soledad del campeón en apuros.

De nuevo Contador movió ficha en la aproximación a Formigal y puso a tirar a sus dos peones, Rovny y Trofimov. Quedaba el remate a una faena histórica. Por detrás, una bocanada de aire le llegó a Froome. Se la proporcionó Luis León Sánchez (Astana), un rodador que se impulsó como una locomotora para bajar la desventaja de dos minutos a pie de puerto.

Pero el británico también iba castigado de un día demoledor y volvió a descolgarse en su grupo. Un sufrimiento que se concretó en golpe de tiempo y que lo obligará a quemar las naves a lo Contador si quiere lograr el milagro de llegar de rojo a Madrid.

Se apuntó a la fiesta como invitado Brambilla. Fue el primero en atacar de inicio antes del festival de Contador. Este año ya conoció la gloria de ganar una etapa en el Giro y tuvo el honor de llevar dos días la maglia rosa.

Ahora le llega una victoria en un sitio especial, en Formigal, cima inaugurada por José Manuel Fuente, El Tarangu, en 1973. Allí donde el ciclismo, la Vuelta, vivió un día para recordar gracias al plan de Contador.

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