Tenis

Davidovich vuela sobre París

  • El malagueño hace historia y accede a los cuartos de final de Roland Garros al derrotar al argentino Delbonis por 6-4, 6-4, 4-6 y 6-4

Alejandro Davidovich, durante el partido ante Delbonis.

Alejandro Davidovich, durante el partido ante Delbonis. / Efe

Sobrevuela sobre la pista Suzanne Lenglen un iluminado Alejandro Davidovich Fokina, genes y nombres rusos pero malagueño, porque en esta tierra no hay extranjeros. El niño que machacaba la pared con bolazos cuando apenas podía andar la pista de Calaflores, allí en la Cala del Moral, está, el día después de cumplir 22 años en los cuartos de final de Roland Garros. José Higueras y Manolo Orantes fueron los últimos andaluces en pisar esta tierra. Parece un viaje lunar, entre los ocho mejores en una de las catedrales del tenis, rodeado de gigantes de este deporte. Quizá sea el aviso de ha llegado para quedarse un osado malagueño que, de paso, ha conseguido el billete para los Juegos Olímpicos de Tokio. El próximo lunes, cuando se publique el ranking de la ATP nuevo, será el cuarto español en el listado. Y tendrá el pasaporte.

Fue un partido en el que Alejandro Davidovich demostró que es mejor tenista que Fede Delbonis, una respetable raqueta argentina que tampoco había pisado a sus 30 años unos cuartos de final de un grande. Arrasó en los dos primeros sets, sufrió en el tercero y no lo dejó escapar en el cuarto. 6-4, 6-4, 4-6 y 6-4. Una victoria para recordar en la que supo exhibirse y también sufrir. Un tercer partido a cinco sets hubiera sido letal. Tuvo la lucidez para aguantarse cuando antes se abandonaba. Es también la madurez, el arduo trabajo propio y de su equipo, cómo lo moldeó Jorge Aguirre desde los 11 años, igual las charlas con Martín Fiz este invierno. Y esos genes de un padre boxeador capaz de encajar, pero también de pegar.

Davidovich salió algo acelerado a la pista, también algo espeso, suele pasar tras dos esfuerzos tan grandes como los que tuvo ante Van de Zandschilp y Casper Ruud. Delbonis erraba menos al inicio y ello le permitió romper para dominar por 3-1. Ahí se activó el de La Cala del Moral, que empezó a desplegar un tenis más cercano a su tope. Consumó la tercera bola de rotura que tuvo y ensartó cuatro juegos consecutivos con dos breaks entre medias, el segundo con 0-40 y leyendo muy bien el saque. De 1-3 a 5-3. Dosificó con el saque rival y con el propio ejecutó con una magnífica derecha cruzada la segunda bola de set para anotarse el primer parcial (6-4). Había comenzado el malagueño a mover bien al argentino, peligroso cuando golpea a pies parados, pero algo más pesado para hacerlo con efectividad en carrera y sobre el revés.

Alejandro Davidovich golpea. Alejandro Davidovich golpea.

Alejandro Davidovich golpea. / Efe

Volaba Davidovich sobre la Suzanne Lenglen, la segunda pista en importancia en el Bosque de Bolonia. Recibe el nombre de la primera gran tenista de la historia, ganadora de 12 grand slams individuales y 19 de dobles. En trance, el malagueño conectaba golpes de todos los colores que ponían contra las cuerdas al gigante Delbonis, incapaz de guarecerse del huracán que se le avecinaba. Dejadas de muñeca mágica y latigazos poderosos, machacando sobre el revés del argentino. Cinco juegos seguidos, 5-1 y bola de set para el malagueño. La defendió bien Delbonis y obligó a servir a Davidovich, que no gestionó bien ahí la presión y entregó con 15-40 el juego. Era algo lógico algún momento de vacilación. Se repuso rápido y en el juego siguiente metió presión a Delbonis. Tres bolas de set más que no pudo consumar Foki, como le gritan en París. Una de ellas, con gesto caballeroso del malagueño, que corrigió una bola que habían cantado mala del rival, dándola por bueno. Delbonis se agarró.

Eran cuatro bolas de set perdidas y tocaba sacar para rematar una segunda manga que se podía complicar mucho. Quizá el fantasma de aquel partido en Colonia ante Schwartzman en octubre pasado, cuando dominaba 6-2 y 5-2 y acabó perdiendo el partido, le valió para centrarse y ganar un set básico en el que había habido mayor diferencia de la que decía el marcador (6-4). Pero esa mentalidad era clave.

Comenzó al revés que los dos primeros Davidovich, por delante y con un break para servir con 2-1, pero tuvo un par de juegos más fallón. Con 3-3 y 40-0, Delbonis cometió una doble falta que parecía sin consecuencias porque había ganado sencillos los últimos saques. Pero no, Davidovich olió la sangre y se enganchó al juego. Salvó una bola de rotura el argentino, pero no la segunda, tras varios puntos exquisitos del rinconero, con 4-3 y tocando la orilla de los cuartos de final. Volvieron, no obstante, los nervios. 0-40 con el saque y a remar de nuevo, 4-4. No supo gestionar ahí Davidovich. Podía no haberse sentado más, pero lo hacía sacando con la presión de que el set se podía ir. Y lo perdió tras otro juego malo (4-6). “Dos juegos de mierda”, le gritaba a su entrenador, Jorge Aguirre. Efectivamente, ganó sólo tres de los últimos 15 puntos del set el malagueño, que entregó tres juegos seguidos, dos con el saque, letales.

Había que testar la mentalidad de Davidovich y también el físico. La exuberancia de los dos primeros sets ya no estaba y había perdido eficacia en el primer saque. Cada vez más en el fondo de la pista, las piernas del rinconero ya no llegaban a todas partes y había que ganar el partido sin esa ventaja de calidad física y movilidad había exhibidodurante dos sets y medio. Cómo gestionarlo era el reto de Davidovich que sufrió en algún saque, pero conseguía mantenerse en pie (3-3). Una bola de rotura para cada uno sin ejecutarse habían pasado. Llegaron más para un Davidovich con bríos renovados. No se desesperó cuando Delbonis, había que darle su crédito al pétreo argentino, conectó dos golpazos para salvar dos bolas de break. A la tercera fue, cuando Davidovich superó una subida del rival con una bola que silbó la red. 4-3 y la misma situación del set anterior. Mantuvo esta vez con maestría su saque el malagueño, Delbonis ganó de 40-0 el suyo y tocaba sacar para la gloria.

Pero no, otra vez los nervios. Dos derechas cómodas a la red y el saque de cuchara, que cuando no sale bien queda ridículo, para un 0-40. Lo levantó tirando de casta y, entonces, una doble falta. Momento crítico, dudas para matar. Pero no, Alejandro Davidovich Fokina se mantuvo, Delbonis falló un par de reveses cruzados y el malagueño conectó una derecha invertida para sentenciar un partido mientras ponía una rodilla en la tierra y la besaba. Está entre los ocho mejores de Roland Garros, con 22 años recién cumplidos. Territorios que un jugador español no había pisado a esa edad desde la irrupción de Rafa Nadal. Este martes, contra el vencedor de Zverev-Nishikori.

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