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Debilidad en el día decisivo

  • Decepción Ni Marco ni López tuvieron opciones de competir la final de 800 que ganó Lewandowsky Undécimo Borja Vivas lanzó 19,12 en su primera final europea

Temían Luis Alberto Marco y Kevin López que la final de 800 alcanzara un ritmo de crucero, que el crono del ganador se detuviese en torno al minuto y 45 segundos, o incluso bajara. El primero porque su correr, basado en el control, no es el apropiado en esas circunstancias para aspirar a los metales. Y el segundo, porque necesita que el grupo llegue unido a los últimos 100 metros para asestar, con esa punta brutal de velocidad que atesora, la puñalada definitiva a sus contrincantes.

Sin embargo, la final siguió unos derroteros que hubiesen firmado ambos antes del disparo de salida. "El tiempo final denota que no ha sido una carrera rápida", declaró Marco en la línea de meta. Toda una evidencia. 1.47,07 para el polaco Marcin Lewandowski, dos segundos más que la mejor marca de los pupilos entrenados por Paco Gil.

El atleta de Dos Hermanas comenzó la carrera con la intención de llevar al resto a su terreno. Agarró el mando e intentó ralentizar el ritmo todo lo que pudo, o mejor dicho, todo lo que le dejaron. Porque pronto se puso a su altura el británico Michael Rimmer -plata al final- para estirar al grupeto. Tras los dos de cabeza Lewandowski, que parecía dar indicaciones al británico de que no aflojara el ritmo por el bien de ambos. Kevin López, por su parte, observaba los movimientos desde la barrera.

Como el viernes le ocurriera a Manuel Olmedo en el 1.500, el loreño pecó de ¿inexperiencia? Lo que está claro es que no supo elegir la táctica de carrera. Quedarse atrás para evitar roces y encontronazos muchas veces no es la mejor solución. Y ya se sabe: quién no arriesga...

Una vez superado el primer 400, Rimmer se colocó en cabeza. Marco comenzó a desinflarse, no iba lo fino que hubiese deseado. Su compañero de entrenamientos, tampoco. A 300 metros, el reciente campeón de España en Avilés intentó dejar la última posición, pero el francés Hamid Oualich le hizo de tapón. La suerte ya estaba echada, y le daba la espalda descaradamente a la representación española.

La última curva dictó sentencia. Lewandowski, la apuesta segura en todas las quinielas, inició su progresión avalado por su exquisita calidad y contrastada experiencia. Rimmer lo vio pasar con el rabillo del ojo, consciente de que ya no lo superaría. El segundo polaco en la final, Adam Kszczot, completaría el podio por delante del espigado holandés Arnoud Okken y el checo Jakub Holusa.

Tuvo fuerzas, pocas, para esprintar Kevin López y, al menos, superar a su compañero de fatigas francés y a Marco para acabar sexto, mientras su amigo llegaba a su estela. Tristeza en el momento, pero alegría viendo el futuro prometedor que se les presenta a los dos veinteañeros.

Por su parte, el malagueño Borja Vivas, presente en la primera final de su vida, obtuvo el undécimo puesto en la de peso con un lanzamiento de 19,12 metros, insuficiente para acceder a las tres últimas rondas. Vivas se marcha con la "espinita de no haber podido alcanzar los 20 metros" pues lanzó 19,04 metros en el primer turno, bajó a 18,94 en el segundo y se despidió de los campeonatos con esos 19,12. Aunque el optimismo no hay quien se lo quite, ya que se muestra "encantado de poder haber conseguido entrar en la final y haber podido subir en la clasificación general del 25 al 11".

Ya de noche, en los 5.000 metros, Jesús España fue derrotado por el británico Mo Farah, que se tomó la revancha de Gotemburgo 2006, donde fue superado por el madrileño. El sueño del triplete quedó hecho trizas con la retirada de Sergio Sánchez, subcampeón mundial de 3.000 en pista cubierta, a dos vueltas de la conclusión, y el séptimo puesto de Alemayehu Bezabeh. España llegó a la meta en 13.33,12 tras adelantar al azerbayano Hayle Ibrahimov. El atletismo español, que había ganado por medio de Isaac Viciosa, Alberto García y Jesús España los tres últimos títulos europeos de los cinco kilómetros, entregó la corona a Gran Bretaña, que no ganaba uno desde 1986.

Bezabeh, primer español que ha bajado de los trece minutos, salió tirando fuerte y sorprendió a Sánchez a cola del grupo. El español de origen etíope pasó el mil en 2.50,38 y se reservó. La carrera entró en un compás de espera durante una vuelta, hasta que el irlandés Alistair Cragg, otro atleta de ritmos largos, aceleró. Y no fue hasta tres vueltas del final cuando tomó la cabeza Farah para dar el tirón definitivo que rompió el grupo. España estuvo atento para seguir la estela del británico, justo cuando Sánchez se retiró, y resistió su segundo ataque, pero no tuvo respuesta para el tercero.

Por la mañana, la lucense Alessandra Aguilar, en una carrera en progresión, logró su objetivo de estar entre las ocho mejores del maratón. Bajo un sol de justicia, acabó séptima con 2:35.04 y "muy contenta" porque había aflorado "todo el trabajo de los entrenamientos". La madrileña Beatriz Ros llegó exhausta en el puesto 17 con una marca de 2:40,10.

Los discóbolos, Pestano y Casañas, se metieron con autoridad en la final. El tinerfeño con la tercera mejor marca de la calificación (64,95) y el ex cubano con los 63,61 de su primer tiro. También estarán en la final los dos relevos españoles 4x100. Los hombres, cuartos en su serie con 39,30, pasaron por tiempos, y las mujeres, terceras con 43,88, directamente por puestos.

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