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Despertar de una pesadilla

  • La resignación presidió el viaje de vuelta de Madrid, en el que unos 50 aficionados arroparon con cariño al equipo · Los jugadores fueron aplaudidos nada más subirse al avión

Son las 22:30 del domingo 22 de febrero y la terminal 4 del aeropuerto de Barajas está invadida por viajeros vestidos de verde y amarillo. Han pasado dos horas desde la conclusión de la final de la Copa del Rey y muchos de los aficionados que han seguido en directo el torneo buscan la puerta de embarque por la que despedirse de Madrid y regresar a la rutina.

Los canarios se marchan alegres. Su derrota en cuartos queda ya demasiado lejos y el carnaval les espera. Pero en los seguidores malagueños no hay tanta alegría. Aún duele la enésima faena del Tau. Estuvo tan cerca. En los restaurantes del aeropuerto se pueden ver aficionados cajistas que aún rememoran pasajes de la final. Ese tiro libre de Gomis, esa indecisión de Archibald, ese arbitraje… A lo lejos aparecen Welsch, Germán Gabriel y Archibald. Varios aficionados no dudan en dirigirse a ellos para levantarles el ánimo y juntos se dirigen a la K79, la puerta de embarque del vuelo que debe llevar a la expedición cajista de regreso a Málaga.

En los rostros de los jugadores se percibe la huella que deja una derrota como la sufrida horas antes. Hay tristeza e impotencia pero también malestar por el arbitraje padecido. Jugadores y técnicos se quejan de la permisividad hacia Splitter en sus bloqueos directos, casi siempre en movimiento, hacia Rakocevic en sus pasos de salida y su ilegalidad a la hora de dominar el balón y hacia la actitud provocadora de Dusko Ivanovic en el banquillo. Escuece el diferente rasero a la hora de permitir el contacto y casi todos tienen a Martín Bertrán en el punto de mira. "Es el Tau, son los que mandan en la ACB", dice resignado un miembro del equipo. Pero en el cuerpo técnico también existe preocupación por las consecuencias de una derrota tan hiriente. Mañana visita el Carpena el Partizan en un partido decisivo para seguir aspirando a pasar el corte del Top 16 y el domingo espera el Pamesa en La Fonteta. Preocupa el estado anímico pero también el físico después de una semana sin descanso y en la que se han jugado de manera consecutiva tres partidos de una enorme exigencia.

En las inmediaciones de la puerta de embarque aguardan ya medio centenar de aficionados y la mayoría de los jugadores se quedan a unos metros. Prefieren asimilar la derrota en soledad. Cabezas conversa con su novia, Berni dialoga con Carlos Jiménez y Germán Gabriel, mientras que Gomis, Kelati y Cook no dejan de hablar por el teléfono móvil. Al otro lado, mezclados con los aficionados, Haislip, solo, tiene la mirada perdida, mientras que Archibald departe con el delgado Manolo Rubia, el fisio Mario Bárbara y el ayudante de Aíto, Ángel Sánchez Cañete. En otro banco, Quim Costa repasa unas notas y detrás suyo, Enri Salinas, preparador físico, y Carlos Salas, médico, aguardan con resignación el momento de subir al avión. La afición respeta el luto cajista y muy pocos se acercan a los jugadores para pedirles un autógrafo o hacerse una foto. Los solicitados atienden las peticiones sin un mal gesto.

El último en aparecer es Aíto García Reneses. A paso ligero y cargado con dos maletas, responde con una sonrisa a cada uno de los aficionados con los que se cruza. No se detiene hasta llegar a la cola que ha comenzado a formarse en la puerta de embarque. Allí coincide con el alcalde, Francisco de la Torre, que le da una palmadita en la espalda y conversa unos minutos con él antes de subir al avión. Los jugadores no tienen tanta prisa. Esperan a que los aficionados embarquen. Y cuando entran en la aeronave se encuentran con una reconfortante sorpresa. El primero en comprobarlo es Robert Archibald. Al dirigirse a su asiento, el medio centenar de seguidores malagueños arranca en aplausos. El escocés sonríe y agradece el gesto. El ritual se repite con cada uno de los jugadores. Desde Archibald hasta Cabezas, que cierra la comitiva, todos los jugadores de Aíto recibieron su merecido homenaje. El alcalde participa en cada una de las ovaciones.

El vuelo es tranquilo. Entre cabezada y cabezada se recorren los 500 kilómetros que separan Madrid de Málaga. Hubo tiempo para repasar la película del partido, aunque otros, como Cañete, ya están estudiando al Partizan. Con media hora de retraso el vuelo 0236 de Iberia toma tierra en el Pablo Ruiz Picasso. Es la 1:15 de la madrugada y a la salida de la terminal no aguarda la hinchada cajista para celebrar el título. Tan sólo una decena de valientes que, pese a la derrota, esperan en la salida para agradecer el esfuerzo realizado. Aíto tiene prisa y es el primero en salir. Más aplausos, otra sonrisa. Para el técnico madrileño la Copa ya es pasado. Sabe que el deporte no entiende de sentimentalismos y que el Partizan aguarda dispuesto a aprovechar la depresión malagueña. El drama se traslada ahora a la Euroliga. Y ahí el Unicaja sigue teniendo sus opciones. Adiós Copa. El objetivo ahora trasciende fronteras.

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