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Dopaje y el nuevo jefe, doble tensión

  • El revuelo con Troicki levanta ampollas en el circuito, que en breve tendrá presidente de la ATP

Solucionada la disputa por mejores premios y con los bolsillos más nutridos de euros que nunca, las tensiones de los tenistas pasan ahora por el debate en torno a los controles antidopaje y las dudas ante el nuevo jefe de la ATP. Los fríos pasillos del O2 Arena de Londres y sus exclusivos rincones para invitados VIP son escenario esta semana de discusiones, y la principal tiene nombre y apellido: Viktor Troicki.

El serbio, que este año asombró con un estallido de furia en Roma, se hizo más famoso luego al protagonizar una sanción por evitar un control antidopaje. Sucedió en Montecarlo: alegó tenerle miedo a las jeringas y le pidió a la doctora encargada del control realizarlo al día siguiente alegando no sentirse bien. Pese a que lo autorizó, el balcánico no debía ignorar que eso no es posible, por lo que recibió una sanción de 18 meses, después reducida a un año por la Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).

"Es una situación complicada para todos", analizó Rafael Nadal. "Creo en Viktor, pero hay alguien que tiene que tomar las decisiones". Novak Djokovic decidió incendiar la sala de prensa: "Esto prueba nuevamente que el sistema de la Agencia Mundial Antidoping no funciona". El compatriota de Troicki hablaba leyendo un papel en el que había volcado sus críticas al sistema, pero no todos ven las cosas de la misma manera que el ex número uno del mundo.

"Lo de Troicki es muy triste, parece una sanción excesivamente dura, pero al mismo tiempo un tenista profesional debe saber cuáles son las reglas. No es sólo responsabilidad de la doctora", dijo una alta fuente del ente rector del tenis masculino. Postergar un día un análisis de dopaje es una situación insólita en el hiperprofesionalizado mundo del deporte. Hay métodos para, en menos de 24 horas, borrar los rastros del consumo de determinadas sustancias. Ningún sistema serio de control, por lo tanto, podría aceptar días y horarios de tests a la carta.

Pero Djokovic, no sin cierta demagogia, arrasó con su crítica a todo el sistema antidopaje: "Ya no confío más en ellos, no confío en lo que está pasando".

Roger Federer, presidente del consejo de jugadores, ve las cosas de manera muy diferente. "En general confío en el sistema, son muy profesionales", dijo. Y, por si no quedaba claro, fue en el camino opuesto al del serbio. "Tengo la sensación de que no nos controlan lo suficiente. No me hicieron pruebas en Basilea, tampoco en París. Aquí me hicieron uno tras el primer partido. Nos deberían hacerse más. Sé que el presupuesto puede ser pequeño, pero antes solían hacerme más. De unas 25 pruebas en 2003, en 2004... Y desde entonces bajó claramente. El año pasado, cuando gané en Dubai, Rotterdam e Indian Wells, no me hicieron ninguno. Para mí eso no está bien".

Tres jugadores, tres posiciones: Federer respalda al sistema y pide profundizarlo, Djokovic quiere cambiarlo y Nadal, que lo acepta tras años de criticarlo, dice ahora estar cansado de "luchar" y querer "sólo disfrutar" sus últimos años en el tenis.

"Cuando te llaman para un control debes hacértelo. No importa lo mal que te sientas, lo lamento", dijo Federer en claro contraste con los argumentos emotivos de Djokovic. "Un control al día siguiente ya no es igual, porque quién sabe lo que pasó en la noche", añadió.

La ATP siguió el consejo del TAS y modificó desde septiembre su reglamento para que un tour officer (empleado del circuito encargado de los jugadores) esté siempre a disposición de los tenistas para someterse a un control. Así, la posibilidad de ignorar el reglamento se reduce al mínimo.

Pero el debate en torno al dopaje no es lo único que separa a las grandes estrellas. La ATP anunciará esta semana el nombre del nuevo director ejecutivo que sucederá al australiano Brad Drewett, que falleció a principios de este año. Djokovic pide alguien que "defienda a los jugadores", con el recuerdo presente de que dos años atrás Federer se impuso a Nadal en esa lucha política, ya que el español favorecía al holandés Richard Krajicek. Esta vez, el español adelanta que ya no tiene ganas de meterse en batallas de poder. ¿Será así?

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