"Soy el animal de las fiestas": Louis van Gaal acuñó la frase célebre -una más para su historial- en mayo de 2010, en plena euforia por el doblete del Bayern Múnich y al abrigo de una afición que lo idolatraba. Menos de un año después, de la fiesta animal al holandés sólo le queda una resaca acorde. "Hace ya tiempo que la alegría se acabó en este club", disparó el presidente del Bayern, Uli Hoeness, después de anunciar en el día de ayer la fulminante destitución de Van Gaal.

La historia del entrenador al frente del multicampeón alemán es, en gran parte, la de esa alegría que se fue extinguiendo.

Enamorado del fútbol vistoso y las declaraciones explosivas, orgulloso, obsesivo y brutalmente directo, Van Gaal resumió el ánimo que llevaba al equipo bávaro ya en su presentación en 2009.

"La cultura del Bayern se ajusta a mí. Su actitud vital me va tan bien como un abrigo caliente. ¡Nosotros somos nosotros! ¡Y yo soy yo!". Quienes quedaron un tanto desconcertados por sus palabras comenzaron a comprenderlas el año pasado, cuando el Bayern celebró su doblete en Liga y Copa.

El tren de la fiesta, sin embargo, se estrelló el 22 de mayo de 2010 en el Santiago Bernabéu de Madrid. El Bayern llegó a la final de Champions frente al Inter de Mourinho con la posibilidad de ganar un triplete histórico y se marchó con las manos vacías tras caer por 2-0. Nada volvió a ser lo mismo.

En su segunda temporada frente al Bayern, Van Gaal fue despidiéndose uno a uno de todos sus objetivos. El romance inicial con la directiva se convirtió en una guerra de advertencias cifradas al ritmo de la mala marcha del equipo. "El vaso se desbordó", sentenció ayer el presidente Hoeness.

El holandés, que el 8 de agosto cumplirá 60 años, dijo que quiere tener más tiempo para sus otros hobbies, como el golf. El verde y el silencio tal vez sean la mejor cura para la resaca de 40 años de éxitos y frustraciones en los banquillos.