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Ganas de Málaga

  • Espectáculo La exhibición en Getafe devuelve la expectación a La Rosaleda, donde aterriza otro rival de enjundia y ofensivo Estabilidad Ferreira repetirá el triángulo de equilibrio de hace cuatro días

Si el Málaga del jeque rebrotó la ilusión en un proyecto de futuro, el Málaga de Jesualdo ha vuelto a traer la fe en el fútbol. Tantas victorias como derrotas, dos, y una media de más de cuatro goles por encuentro ya son considerados por la afición como un bautismo en un concepto espectacular de entender los 90 minutos. El juicio popular levanta el pulgar pese a la intermitencia de resultados. Han bastado dos buenas propuestas a domicilio para que el contraste con las penurias del año pasado tenga a la parroquia con ganas de ver a los suyos.

Aún se paladea otro gran partido lejos de Martiricos (Getafe), que lavó una nueva decepción en casa (Sevilla), así que el aroma de euforia colectiva se mezcla con el enigma del regreso a La Rosaleda. Sobre todo, porque el rival de nuevo opone soldados de gran caché. Pasaron el Valencia y los sevillistas y comparece en horario nocturno el Villarreal, como opositor a la segunda posición de la tabla y como telonero del Real Madrid, próximo visitante. Por eso quedan de alguna manera mitigadas las derrotas iniciales y se realza lo tonificante de los dos triunfos como visitantes visto el calendario local tan exigente cuando el equipo pide a gritos paciencia para su reconstrucción.

Quiere decir que no está claro si es día de cal o de arena, pero sí de expectativas de intercambio, como en el anterior precedente liguero. Anda de dulce el conjunto de Juan Carlos Garrido; el de Jesualdo puso en el Coliseum Alfonso Pérez su primera pica hacia el equilibrio, el objetivo que se plantea el técnico para edificar su proyecto y que tanto se echó de menos en las anteriores citas. De hecho, la pretensión blanquiazul es que ese partido de hace cuatro días sirva como papel de calco para encontrar la estabilidad y el elixir de los tres puntos en casa.

El patrón de esta noche sería el mismo de no ser por la torpeza de Jesús Gámez ante el Getafe, que vive días aciagos como blanquiazul y dejó huérfano el lateral derecho para recibir a los amarillos. Sin embargo, la línea de flotación, la que marcó la madurez de los malaguistas en la jornada anterior, se postula como la misma. Jesualdo tocó teclas para entender que Apoño, Sandro Silva y Fernando harían de línea base y espera que ese triángulo tenga hoy continuidad.

También repite sus virtudes, focalizadas en la velocidad de Quincy y Eliseu por los carriles y la hambruna de Rondón en punta de liza. Es fácil reconocer su protagonismo, como demostró con su embudo Antonio Álvarez aquí hace una semana, pero no fácil de parar, como aún lloran Zaragoza o Getafe. También en el Villarreal: Nilmar es pichichi y juega tocado por una varita. Y a sus compañeros también se les reconoce el gusto por el buen fútbol. Puede que por ello merezca la pena el inconveniente de asistir al estadio un lunes.

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