El Getafe recuperó su identidad, la del buen juego con resultados positivos, ante el Athletic que acabó con nueve el duelo y suma cinco partidos sin ganar. Dos equipos con diferentes sensaciones se encontraron en el Coliseum Alfonso Pérez. Los hombres de Míchel han vivido su primera semana convulsa, con declaraciones de su presidente criticando algunos aspectos del juego del Getafe, al que tachó de una escuadra blanda defensivamente y con poco carácter. Míchel no quiso responder y emplazó al público a ver la contestación sobre el terreno de juego a través de sus jugadores.

El Athletic también tuvo sus momentos. Es un equipo bien definido, que sabe a lo que juega, y con un delantero muy potente al que el seleccionador Vicente Del Bosque fue a ver desde el palco. Cada vez que Fernando Llorente tocaba la pelota, temblaba el estadio getafense. Solo se fabricó una jugada de maestro. A mitad del primer acto, se deshizo de tres jugadores y falló en la definición.

Junto a una falta lanzada por Susaeta, que tuvo que solventar Ustari con muchos problemas, fueron las dos únicas ocasiones bilbaínas en los primeros 45 minutos. No estaba mal, teniendo en cuenta el dominio local. Sin embargo, al filo del descanso, Gurpegui fue expulsado por doble amonestación. Para el segundo tiempo, se presagiaban problemas para el Athletic.

Y así fue. La reanudación del choque no trajo nada bueno para los leones. El Getafe no dejó respirar a su rival y encerró al equipo de Caparrós en su parcela de juego. Míchel apostó por sacar toda su artillería y metió en el campo a Albín y a Gavilán. Fue el último empujón para los madrileños, que enseguida marcaron el primero de la tarde. Lo hizo Soldado, que aprovechó un remate en semifallo de Boateng para quedarse delante de la portería de Iraizoz y fusilarle. Ahí se acabó el partido, rematado diez minutos después por Parejo, que transformó un penalti absurdo cometido por Castillo.

Con el partido sentenciado, el Getafe se recreó en su juego y pudo hacer un roto al Athletic, que capeó como pudo el temporal y que entra en una dinámica muy preocupante.