tenis lAbierto de Australia

Gran duelo al sol El 17 y el 1, las obsesiones de Roger Federer

  • Djokovic gana un partido teñido de épica a Murray y mañana jugará ante Nadal la final que todos soñaban en Melbourne

El Abierto de Australia tendrá mañana la final más esperada, un duelo entre el serbio Novak Djokovic y el español Rafael Nadal para marcar desde el inicio de 2012 la temporada del tenis mundial. Número uno del ranking, Djokovic se impuso al británico Andy Murray por 6-3, 3-6, 6-7 (4-7), 6-1 y 7-5 en una batalla de cuatro horas y 50 minutos. Nadal, número dos, había derrotado al suizo Roger Federer el jueves por 6-7 (5-7), 6-1, 7-6 (7-5) y 6-4.

El duelo de Djokovic y Murray fue un partido épico, con un set final para el infarto: observado desde el palco por una leyenda como el australiano Rod Laver, el escocés se recuperó de una desventaja de 5-2 para igualar a cinco y disponer de tres break points para 6-5 ante el delirio del estadio y el éxtasis del equipo de transmisión de la radiotelevisión británica BBC.

Pero Djokovic defendió su servicio y Murray falló en el suyo. Tras el enésimo punto espectacular en un partido pleno de ellos, el serbio definió con una volea de derecha al lado opuesto al que estaba el británico y se arrojó de espaldas al cemento, tan feliz como agotado.

"Es difícil de describir", dijo Djokovic cuando se le pidió un resumen de lo vivido en la calurosa noche de Melbourne.

"Sólo trataba de concentrarme en cada punto. Andy luchó para recuperarse de un 5-2 en contra. El resultado describe por sí mismo lo que sucedió. Gracias al público por quedarse hasta esta hora", añadió el serbio, que se sometió a un desgaste físico extremo. "¿Que cómo lo hice? Líquidos, bebidas energéticas, bananas... Es uno de los mejores partidos que haya jugado. Nos quebrábamos el servicio más fácilmente de lo que lo defendíamos".

Murray se tomó la derrota con cierta tranquilidad. "Estoy orgulloso por la manera en que luché", dijo el escocés, que prolonga las ansiedades del tenis británico, ansioso por ver ganar un Grand Slam a uno de los suyos, algo que no sucede desde el US Open de 1936 que quedó en manos de Fred Perry.

Ganador de 10 torneos en 2011, tres de ellos de Grand Slam, Djokovic está buscando sumar su tercer grande en forma consecutiva, algo que en la era abierta del tenis sólo lograron Laver, Pete Sampras, Federer y Nadal.

Si defiende el título ganado en 2011 y conquista Australia por tercera vez en su carrera, Djokovic se sumará al selecto grupo de hombres que en la era profesional lograron ganar tres Grand Slams consecutivamente: Laver, Pete Sampras, Federer y Nadal.

Djokovic aseguró estar "extremadamente encantado" de estar nuevamente en una final con Nadal, al que derrotó en 2011 las seis que lo enfrentó, todas en finales, las dos últimas en Wimbledon y el US Open.

"Qué puede ser un desafío mayor que enfrentarse a Rafa Nadal, uno de los más grandes de todos los tiempos. Tengo un gran respeto por él y somos amigos fuera de la cancha". "No es ningún secreto que será un partido muy físico. Tengo un día y medio, voy a tratar de dormir y recuperarme, eso va a ser crucial, recuperarme físicamente para dar lo mejor".

Djokovic intentó dar una clave de las razones que le permitieron poner fin en 2011 a siete años de dominio de Federer y Nadal, que el domingo buscará su segundo trofeo en Australia tras el ganado en 2009 y su undécimo título de Grand Slam. El récord, 16, está en manos de Federer. "Maduré como jugador, pasé a creer que podía ganar Grand Slams. Rafa y Roger no te daban el título, tenías que ganártelo".

Roger Federer se pasó horas y horas entretenido en Australia con el jass, un juego de cartas suizo, y disfrutando de sus gemelas. Pero la actitud relajada y la invariable amabilidad del ex número uno del mundo no alcanzan para esconder el debate: su tenis está a un nivel fantástico, pero quizás eso ya no sea suficiente para sumar un nuevo Grand Slam.

"El tenis no sólo son golpes", advirtió Nadal tras derrotar por decimoctava vez en 27 partidos al suizo, que al borde de la medianoche del jueves lanzó una llamativa frase para frenar la creciente desconfianza que le transmite la prensa internacional con sus preguntas. "No sientan pena por mí", dijo Federer, un talento como pocos que se está estrellando una y otra vez ante ese objetivo que se resume en el número 17.

Lleva 16 títulos de Grand Slam ganados y casi dos años buscando añadir el decimoséptimo. Sin éxito, mientras Nadal se acerca cada vez más, porque mañana tiene la oportunidad de reducir a cinco la distancia ganando el undécimo grande.

"Roger estaba muy decepcionado tras el partido. Más que después de la semifinal del US Open con Djokovic", dijo ayer a Dpa un hombre de estrecha confianza del helvético. La decepción tiene sus razones. Llega porque Federer se hizo grandes planes para 2012, un año en el que quiere conquistar el oro olímpico en individuales y llevar a Suiza a un inédito título en la Davis. También quiere recuperar el número uno del mundo para superar el récord del estadounidense Pete Sampras, 287 semanas al frente de la clasificación. A Federer le faltan dos semanas, lleva 286.

No es una locura que el suizo vuelva a ser el uno. Djokovic difícilmente pueda sostener el nivel de resultados de 2011, en especial de la primera parte, por lo que sus 13.630 puntos forzosamente se reducirán.

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