El regreso temporal de Thierry Henry al Arsenal le ha servido para comprobar de primera mano que ya tiene sustituto como ídolo y como goleador gunner: el holandés Robin van Persie, que tras años de destellos y lesiones se consolida como un crack.

Al término del partido del sábado contra el Blackburn, concluido con goleada por 7-1, Van Persie lanzó besos con la mano a los espectadores del estadio Emirates: sus tres goles y dos asistencias fueron para el holandés un punto culminante de la temporada.

"Es un jugador excepcional. Sus movimientos en el área deberían mostrarse en todas las escuelas de fútbol", se entusiasmó su entrenador, Arsene Wenger. Con 123 goles, el capitán gunner desplazó a otro icono holandés del club -Dennis Bergkamp (120)- de la lista de los diez mejores goleadores de la historia del Arsenal.

Van Persie escondió la pelota debajo de su camiseta y festejó su actuación. El delantero de 28 años se mostró, sin embargo, comedido en sus comentarios y en su página de internet habló sólo de un "fantástico rendimiento del equipo", con el que el Arsenal (40 puntos) se puso de nuevo a tiro de un puesto para la Liga de Campeones tras cuatro partidos de la Premier League sin victoria.

"No doy mucha importancia a los siete goles. Lo importante para mí es haber ganado y jugado bien", comentó el técnico francés.

Desde hace semanas, el Arsenal es casi un espectáculo de un solo hombre: Robin van Persie. Con 22 dianas, el holandés es el máximo goleador de la Premier.

Henry, prestado temporalmente por el New York Red Bulls, puso el adecuado broche final con un gol en el minuto 92, el número 228 para el veterano máximo goleador de la historia del Arsenal.

¿Y quién dio el pase para el gol de Henry? Naturalmente: Van Persie. Al final, la superestrella de hoy y la de ayer se abrazaron efusivamente.