En un enorme mural en el centro de Cleveland se ve a LeBron James de espaldas con los brazos extendidos. En la camiseta, su número 23 pero no su apellido, sino el nombre de la ciudad, imagen de la conexión de la estrella de la NBA con el lugar donde nació y creció.

A partir del jueves, James buscará con los Cavaliers ante los Warriors su tercer anillo de campeón. Sería el más especial, el primero con su equipo, el primero en su ciudad. "La decisión no tiene nada que ver con el baloncesto", decía al comienzo de temporada.

Hace diez años Cleveland fue declarada la gran ciudad más pobre del país y los últimos datos del censo del Gobierno señalan que un 35,4% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Ejemplo de la crisis industrial del país, el número de habitantes ha caído hasta niveles de 1900. James, sin embargo, tomó el camino de vuelta: dejó el lujoso y soleado Miami y regresó a casa con una misión que va mucho más allá del baloncesto. "Quiero que los chicos del noreste de Ohio se den cuenta de que no hay mejor lugar en el que crecer", afirmó. No sólo busca un anillo y romper el maleficio de la ciudad, que vive una sequía de 51 años sin grandes títulos deportivos, sino inspirar, revitalizar Cleveland y promover la vuelta de quienes una vez se fueron. Como hizo él en 2010.

"He tenido que elevar mi liderazgo", afirmó James, que va a disputar su quinta final consecutiva, por la lesión de Kevin Love y los problemas físicos de Kyrie Irving. El compromiso es máximo. Un deportista estelar ligado a una ciudad y una región como pocos.