Liga bbva

El Málaga desfoga (2-1)

  • Dos meses después, regresan los tres puntos a La Rosaleda, que vuelve a estar cerca de Europa. Empezó mordiendo el conjunto blanquiazul, que en inferioridad acabó en torno a Caballero.

Al Málaga le venían bien dos tipos de triunfo. Uno en modo vendaval, tirando sevillistas al suelo como si fueran bolos, un ataque descamisado que encendiera a la afición y le recordara que este Málaga no se había ido. El otro del catálogo venía envuelto en sufrimiento, defendiendo la portería como a un hijo, de esos que revientan en un suspiro gigante cuando pita el árbitro el final. Ambos remolcarían al equipo hacia los puestos europeos. Mira por dónde el conjunto blanquiazul disfrutó de los dos, uno desde el primer pitido y otro antes del último. Un suspiro esperadísimo. Dos meses después, el Málaga desfoga y le permite volver a la casilla de salida en busca de la continuidad que demanda la zona noble de la clasificación.

Nada tuvo que ver el ejército pertrechado ante Caballero en el interminable tiempo de prolongación con el que barrió al Sevilla en la primera media hora. A los tres minutos Javi Varas ya había estrenado un guante; y a los cuatro, el otro. Salieron los de Pellegrini como se les suele demandar, intensos. Y ese el son de paz que le gusta firmar a La Rosaleda con los suyos. El humo de la reconciliación sabe especial si, además, esto sucede con el Sevilla enfrente.

Con las pulsiones a tope, el Sevilla fue el merendado. De hecho, el cuadro de Marcelino debió equivocarse de caseta porque se vistió con la torpeza con que últimamente andaban los blanquiazules. Llegó a ser grotesco a balón parado el conjunto hispalense. Había barra libre en el área salvo cuando Javi Varas aparecía tras la barra. El cancerbero parecía ser el único que se acordaba de que tenían dos cosas que defender, los tres puntos y el average de la ida. Por ahí se le escapó al Málaga la guinda. Costaba entender que al descanso la distancia fuera de un solo gol; incluso que el Sevilla hubiera marcado. Lo hizo en el primer balón que no tocó Negredo. Sin participar aún en el ataque, regaló una finta que convirtió el pase de Coke en asistencia perfecta para Luna. Por entonces, una de las dos sombras del Vallecano, Weligton, abrió el festival en el área adversaria marcando a placer.

El choque empezó con alto voltaje, corría de una portería a otra, más hacia la visitante, de manera directa. Por si acaso, Toulalan le había puesto el bozal a Medel (Cazorla se congraciaba; Isco, sorpresa, estaba eclipsado). La escena perfecta para Rondón y Sebas Fernández, dos delanteros por definición alborotadores. El venezolano corrió por todas partes y llegó al torpe al área. Un búfalo con los cordones desatados. Aun así, le dio para retratar a Spahic y asistir a Sebas Fernández. Necesitó dos tiros el uruguayo, como minutos antes Luna. Perfecta radiografía del devenir de ambos en la Liga: negados en la tarea del gol propio, concesivos en labores defensivas.

A la hora de juego, de nuevo el reloj biológico se paró. No son pocos los partidos en los que el Málaga comienza a apagarse con mucho todavía en juego. Esta vez Pellegrini reaccionó a tiempo (mejor dicho, inmediatamente tras el susto que dio Negredo, a quien frustró Demichelis en boca de gol). Se fue Maresca, mejor en la guerra de guerrillas que en la caballería, y Recio se dio otro baño de masas en su segundo rato de la temporada. El otro niño dorado junto a Isco, a quien por entonces nadie le discutía el gobierno del partido. Pero el benalmadense sufrió la arritmia del encuentro, primero en un cara a cara con Medel, que es como enfrentarse a un peso pesado en el pesaje, y cinco minutos después en una entrada a Negredo en la que demostró que aún le sobraba la adrenalina.

Como el último día en el que el Málaga había ganado en Liga, el equipo se hizo muy solidario para evitar que el Sevilla se llevara tajada. La diferencia con entonces, que Toulalan seguía en el campo. Los de Marcelino, únicamente con orgullo obligado, pudieron colgar balones al área. Uno de ellos sí lo marcó Coke, aunque quedó anulado. En ese momento Muñiz Fernández ya había conseguido enfadar a todos. Porfiaba Negredo, en cuya espalda cabe el sevilla entero. En el bolsillo de los de Pellegrini vuelve a estar la grada, que estalló de júbilo al final. Como el último día en el que el Málaga había ganado en Liga. El camino hacia Europa vuelve a tener La Rosaleda como kilómetro cero.

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