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El Málaga se gusta y hace disfrutar (4-2)

  • El equipo remonta otro partido a base de paciencia, juego combinativo y buenos goles. Ni los dos penaltis desencajaron a los de Pellegrini, que se disparan hacia Europa con velocidad de crucero.

El fútbol del Málaga ha roto el dique. Sus resultados son consecuencia de un juego exquisito, La Rosaleda no sabe si está disfrutando más por las victorias que por la manera de alcanzarlas. Todo lo intenta, todo le sale. Remonta, marca grandes goles, juega tal como lo plantea. Después de toda una temporada cojeando, está orgulloso de su método, que es música para su afición y latigazos para los rivales. También hipnotizó al Rayo, que desconocía el tormento que le aguardaba cuando se adelantó a los cinco minutos. Navega con velocidad de crucero hacia la Champions y no se atisba que el telón vaya a caer pronto. Es el éxtasis. 

 

El Málaga ha cuajado en el momento clave de la temporada, ha traído un cargamento de flores en la entrada de la primavera, cuando la clasificación se resquebraja y pone etiquetas. Weligton le ha quitado el polvo a los galones de mariscal, Rondón ha encontrado la pólvora y Joaquín, Isco y Cazorla al fin son la filarmónica de Pellegrini. El chileno ya reconoce en todas sus aristas al equipo en el tramo de la verdad, para corroborar su fama de entrenador diésel. 

 

Por quinta semana consecutiva, el cuadro malaguista lo hizo todo casi perfecto: no perdió la paciencia con el mazazo del 0-1, se agarró a su ideario para remontar, optimizó todos sus recursos, solventó otros tres puntos de oro, rescató a Maresca y Duda para la causa, hasta Jesús Gámez ofreció otro centro de extremo holandés... Si Camacho hubiese jugado de portero, habría parado alguno de los dos penaltis. Se marcaron un señor partido los blanquiazules, que se quitaron de encima los dos goles del Rayo como moscas que chocaban contra el frontal de sus tanques. Por rizar el rizo, contestaron al marrullero Diego Costa como se merecía; no con patadas ni caricias cuando el árbitro no miraba, sino con fútbol eléctrico y goles de distinto registro. A patadas necias, golitos gordos. 

 

No dio tiempo a comprobar si el Málaga se había confiado por el empate en el Bernabéu, a los cinco minutos ya perdía. Mejor por si alguno se había relajado. No es que el Málaga se apretara el cinturón con el 0-1, se limitó a desabrocharse la pajarita. Porque el equipo de Pellegrini, lejos de perder la paciencia, jugó con el frac puesto. Al fin le ha tomado las medidas el equipo al traje que diseñó Pellegrini. Conviene recrearse en las asociaciones del primer tanto, un gol nacido en la izquierda, cocinado en la derecha y culminado por el centro. Con rápidas asociaciones, Joaquín destrozando cinturas y un montón de alternativas en el área gracias a la gran descarga de efectivos en ataque. 

 

De nuevo, no hizo falta añorar a Toulalan, aunque en el minuto 8 la grada se acordó de él; era menester. Puede recuperarse tranquilo el francés, sus compañeros planean su regreso para un equipo continental. No estaba el francés, sí uno de su escuela. Movilla siguió a Cazorla con la misma disciplina con la que sigue al Cautivo por las calles cuando puede escaparse para verlo. Se llevó la camiseta de Isco a casa y se pasó agarrando la del asturiano toda la noche. No se le reprochó porque se le quiere mucho por aquí: se marchó ovacionado en la segunda mitad. Mientras se disfrazó de lapa sobre el asturiano, emergió el Weligton más brasileño. Completó varias subidas desde la cueva hasta la frontal en su noche de ensueño. Ni siquiera se inmutó ante los tortazos de su enemigo íntimo, Diego Costa. Uno se ha hecho mayor, el otro no. 

De hecho, pese a su gusto por el toque, el Rayo se cargó de tarjetas muy pronto, cuatro en 35 minutos. No hizo falta recurrir a la picardía para buscar la superioridad, porque el Málaga la encontró jugando al fútbol. Haciendo gala de una gran madurez, el equipo persiguió la remontada a fuego lento. Acabó como un huracán hacia Joel, pero no se desquició pese a necesitar una hora para voltear el primer tanto. 

 

Otros cuatro que realzan la media anotadora (ya sale a 1,5 por partido) y que amplían la tendencia a hacer golazos de los últimos encuentros. Por encima de todos, el de Duda. El luso vio que Maresca había marcado uno bueno nada más entrar y probó la misma mecánica. Él se confió al fusil que tiene por zurda. El disparo seco clavó a Joel en el suelo. Rondón va camino de superar los 14 goles de su debut, está a toda máquina. Perdonó su primer hat-trick, pero su tanto de cabeza y el movimiento kulivertiano del segundo recordaron al Van Nistelrooy menos mayor. Hay ingredientes de sobra para pensar que el Málaga está preparado para todo. 

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