Málaga-leganés

El Málaga halla su sonrisa (4-0)

  • El equipo blanquiazul enseña lo mejor de su catálogo, vence y convence ante un Leganés que nada pudo hacer. Jony, Chory Castro, Sandro y Camacho soplan las velas de la fiesta.

La esencia de un cumpleaños feliz sólo se entiende desde los niños. Sobran las tartas, los regalos, el lugar del festejo. La fiesta es tal porque la diversión queda plasmada en su rostro. Y la sonrisa del Málaga por fin tiene forma. Apareció por vez primera en el 75 aniversario de La Rosaleda. Las de las remontadas ante el Eibar y el Athletic fueron de rabia, de resuello. Esta de ayer fue nueva. Fruto de la satisfacción. Del trabajo bien hecho. De la confianza y la convicción. Esos deben ser los primeros ladrillos de la senda que quieren andar Juande y los suyos. Es el estilo pretendido: cuando un niño se divierte, la vida cobra sentido. Las piñatas se rompen, llueven los caramelos. 

El Málaga ganó y convenció a la vez, resolvió su ecuación más difícil del curso. Dejando la portería a cero, aleluya, y desatándose en ataque a medida que los estímulos positivos aparecían. El primero de ellos, desde Kameni. Ayer vestido de negro, como su ídolo N'Kono, cambió el sino de siempre, el gol tempranero, con un movimiento felino para evitar el 0-1 a los cuatro minutos. Surgió la zozobra habitual. Hasta que cesaron los temblores. Jony también sabe usar su mirilla apostado en la derecha.

Empezó a hacer regates, a dar centros. Y Sandro a moverse, a ofrecerse, a amenazar entre líneas. Se acompasaron Camacho y Kuzmanovic y Pablo Fornals pasó de vagar por las catacumbas a ser joven escudero. Todo cristalizó a los 40 minutos. Con un penalti de cirujano. Si Chory Castro le quitó de las manos a Juanpi una falta en Mendizorroza, ayer Sandro la puso en las manos de Jony. Porque tenía fe, como la tuvo el equipo toda la tarde. El tiro entró, casi llorando, porque en ocasiones cuesta soplar todas las velas a la vez. Al fin otro partido por delante en el marcador. A esa bonanza se sumó lo mejor que había mostrado el equipo en sus anteriores encuentros, esos momentos en trance en que es capaz de marcar goles exprés. Dos minutos después, Sandro siguió con su generosidad para ver la galopada de Chory Castro. Si el canario corre al espacio como un rinoceronte, el charrúa es uno de esos leones veteranos de la manada, sorprendiendo al que piensa que sus días veloces desaparecieron. Y tiene la cadera aún apta para el twist. Serantes fue al suelo como si la tierra hubiera temblado. Era un elegante chasquido del Chory. Golazo. 

 

Más de uno habría pedido jugar la segunda parte de corrido, sin descansos. Porque la combustión era ideal. Esa fue la actitud ante un Leganés que ni se coló en la fiesta ni la aguó, cayó vapuleado pero respetado. El Málaga eléctrico del verano reapareció para matar el partido. Primero Sandro jugando al pinball ante el meta pepinero. Y casi con un doblete fugaz en un regate seco a Mantovani que el poste derecho le negó como gol. La lesión de Kuzmanovic pareció apagar la tarde y el Leganés aprovechó para rozar el honor. Con el estadio cantando el "cumpleaños feliz", quedaba el último regalo: el precioso escorzo de Camacho. Un escorzo que sonó a un "he vuelto". 

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