Hay partidos en los que resulta accesorio saber el nombre del rival, su situación, sus éxitos y urgencias. Son partidos que nacen en el propio vestuario de uno, que se atajan o se hacen madeja sin necesidad de actores ajenos. Daba igual quién señalara el calendario como el hoy oponente del Málaga, el líder tiene que desembarazarse de una trampa que hereda por sus imponentes siete victorias iniciales. Irónico, sí. El listón marcado dibuja una exigencia que el entorno no sabe digerir. Así sucede tras el gran poso que dejó el Celta en La Rosaleda. Aquí mereció el triunfo. No se lo llevó, pero sí le arrebató al Málaga la etiqueta de la moda de Segunda. También dejó unas dudas que, más allá del resultado que se dé en el Nou Estadi, Muñiz y los suyos deben resolver como artificiales.

Porque, ¿qué incógnitas puede manejar un equipo que sólo en dos jornadas (la primera y la undécima) de quince ha dejado de ser líder? El sector crítico enarbola una racha de tres victorias, un empate y cuatro derrotas en los últimos ocho encuentros como achaque. Un bajón si se compara con el pleno de 21 puntos inicial. Muñiz se ha cansado de repetir estos días que la situación global habla de liderazgo, de posición inmejorable, pero es sabido cómo se las gasta el entorno.

Más que al ambiente que rodea, el técnico y su plantilla deben convencerse a sí mismos de que esas dudas no enturbian la metodología impuesta desde el verano para optar al ascenso: "Tenemos 42 objetivos de una semana". Respetar el guión, no dar opción a la duda, será la victoria para el día a día, venga o no acompañada de otra sobre el terreno de juego hoy.

Ayuda a diagnosticar la real dimensión blanquiazul mirar a Tarragona, pues permite hacer el planteamiento reversible. Fuera de sus límites pocos dudan que los de Javi López serán un aspirante al ascenso al final. En sus dominios, se subraya que hay sólo cuatro puntos con el descenso y el doble con el ascenso, que el Málaga es el último tren para pensar en Primera. Amenazas de pitos esperan en las gradas tras la mala imagen en Alicante (3-0).

No son oportunas las ausencias de Antonio Hidalgo y Apoño, que llevarán a Muñiz a componer su once más enigmático de la temporada y a tirar del filial Peláez, un polivalente jugador que le encanta. Pero vuelve la luz que aporta Baha, auténtica referencia ofensiva esta temporada.