Mallorca y Sevilla compartieron un empate que dejó insatisfechos a ambos por sus metas clasificatorias y por el intercambio de ocasiones que tuvieron, especialmente en el tramo final, en el que tanto locales como visitantes pudieron haber desparejado el 2-2 final.

Los baleares tendrán que postergar al menos una semana más la victoria de la tranquilidad para fijar definitivamente la bandera en Primera un año más. Por su parte, el conjunto hispalense ve muy mermadas sus opciones de colarse en los puestos de Liga de Campeones, aunque sigue instalado en una regularidad que le continúa manteniendo en posiciones europeas.

El choque, precedido por la polémica vuelta de Gregorio Manzano a la isla, se animó pronto gracias al tanto de Aki. Una rápida contra de Chori Castro por la izquierda acabó con un centro templado al segundo palo. Por allí apareció el nipón para cabecear a gol. Roto el equilibrio, el Sevilla adelantó posiciones para no quedarse a merced de las contras de los de Laudrup. Fruto de su empuje, sin muchas ocasiones, llegó el penalti que forzó Negredo ante Aouate y que él mismo convirtió en la igualada engañando al israelí. Cuando el descanso se abocaba al 1-1, el activo De Guzmán condujo el esférico y se atrevió con un chut raso desde unos 25 metros para sorprender a Javi Varas.

La reanudación marcó la fe del Sevilla, dispuesto a dar la vuelta al choque. Multiplicó su presencia en el área de Aouate gracias al canterano Rodri y obtuvo el premio a su empuje en el 68', cuando Rakitic aprovechó un regalo del anoche desafortunado meta bermellón. Ninguno se conformó y eso provocó un final de ida y vuelta. De Guzmán y Rodri perdonaron la victoria para sus respectivos equipos.