Liga BBVA

Matar sin rematar (2-2)

  • El Málaga se adelantó dos veces en Sevilla, pero apenas le duró sus rentas. Un gol a la contra y otro en buena combinación revelan una mejora ofensiva. Desesperante colegiado.

Los grandes toreros y los buenos boxeadores saben cuándo han dado el golpe de gracia. Es entonces cuando se giran, miran al tendido, resuellan y celebran. El Málaga de anoche creció, dio un paso al frente y liberó fantasmas ofensivos, pero le faltó mala leche para rematar. Pareció que hasta dos veces mató al Sevilla; craso error. La suerte es que a su espalda se levantó otro púgil, no había un toro bravo. El empate, uno de esos que deja la cara arrugada a las dos aficiones, es lo que ocurrió en los intermedios del magacín de Del Cerro Grande, de esa suerte de árbitros que, más allá de sus fallos, entiende como un contrato con letra pequeña las labores de arbitraje.

El Málaga llegó a otro capítulo. Lo necesitaba tras dos derrotas con cara de tonto. Tocaba ambicionar, ponerse por delante, gestionar un partido de mando y contragolpe. Por momentos fue así, pero el equipo sólo canjeó sus dos tantos por siete minutos de superioridad en el marcador. La sensación es que los blanquiazules sacaron petróleo a sus armas en gran parte del duelo y que los de Emery andan algo pochos, de ahí que la insatisfacción pesara más en la balanza visitante. En cualquier caso, un punto que no es cualquiera. Es el primero, el que rompe la hucha, el que da sentido al trabajo de iniciación y aire en el parón. Schuster quería esa tranquilidad para que el equipo pueda evolucionar, que apunta a ello.

Lo mejor del Málaga del alemán es que en tres partidos ya se ha quitado los pañales. Es un equipo nuevo, una historia distinta y bisoña entre Caballero y Santa Cruz, así que todos sus méritos valen más. Como el orden mantenido en la primera mitad, la buena presencia ocupando el terreno de juego. Al fin, con más presencia ofensiva. El trío Fabrice-Pedro Morales-Duda ayudó a ello. Y está gustando Santa Cruz, a quien incluso se le ve con una punta de velocidad más afinada. Aunque Javi Varas pasó más miedo por lo que se avecinaba, al descanso Caballero había parado más.

El reloj no siempre está en hora, no hay que olvidar el estado embrionario de esta plantilla. Ocurren desconexiones lógicas en defensa entre tipos que aún no conocen sus automatismos. En dos de ellas llegaron los empates, ambos de Gameiro según el acta. En el fondo, el asistente del ataque sevillista echó un cable en el primero; la falta de coherencia entre la zaga y Caballero emborronó el 2-2. Para culminar el patón, que no para compensar, anuló mal el 3-2.

Schuster se había guardado las mejores armas en el banquillo imaginando una media hora final idílica de contragolpes. Para eso hacía falta adelantarse. Pedro Morales interpretó ese guión. No se vio porque la bota lo tapaba. Pero apuesten a que cuando en el radar del chileno asoma una portería, sus tres primeros dedos se encogen. Esos que le convierten en un pegador extraordinario. En cuanto Duda cambió de juego en un contragolpe fugaz, él se puso el mono de francotirador. Lo dicho, encogió los dedos y el balón, violento en la salida, tomó un efecto inicial para despistar, luego viró y resbaló por las mallas de Javi Varas como un bobsleigh en una curva. Había recordado la maniobra unos minutos antes, cuando solo ante Javi Varas optó erróneamente por el golpeo de lleno con el empeine. Si no fuera tan frágil...

El 0-1 fue a la contra, el 0-2 de la manera que pide Schuster. Las cámaras enfocaron la celebración de Santa Cruz; el paraguayo debería darle parte de su próxima paga extra a Darder. Bien el chaval, que tuvo a su compañero en el retrovisor y un toque sutil en su tobillo. Antes hubo combinación talentosa con Portillo. Portillo, desequilibrante cuando se anima, desesperante cuando juega en marchas cortas. Le faltó alma de delantero en la prolongación, cuando Antunes le mandó un balón en el que le había firmado "empújala". Cuando le sonó el despertador, pese al toque de Cala previo, ya se le había esfumado la victoria.

Siendo positivos, siempre hay que serlo, la evolución descubre un camino de suelo sólido. Falta la victoria. El Hamdaoui, un debut esperanzador, asoma como buen guía hacia ello.

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