Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

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Medio punto de inflexión

  • El Unicaja regresó de Valladolid con la satisfacción que reportó volver a ganar 28 días después, pero con muchos aspectos aún por mejorar para poder competir con garantías en la inminente Copa del Rey

El Unicaja acudió el sábado a Valladolid en busca de un balón de oxígeno que le ayudara a salir de la crisis que le tiene en un mar de dudas desde hace algunas semanas. En el seno del equipo, el duelo con el Blancos de Rueda estaba subrayado en rojo porque se veía como una ocasión propicia para comenzar a salir del preocupante momento de forma y resultados. De hecho, en el cuerpo técnico se fue extremadamente prudente a la hora de poner calificativos categóricos al duelo con el colista en la previa del partido. No se quería poner más presión de la debida a un grupo demasiado tensionado. El "hay que ganar sí o sí" de Joel Freeland fue suficientemente esclarecedor.

Fue a buscar un triunfo que le permitiera cortar de raíz la mala racha y a reencontrarse con sensaciones que había dejado de experimentar en el último mes. Y la misión fue un éxito a medias. El equipo llegó ayer a primera hora de la tarde a Málaga reconfortado por un triunfo balsámico. 28 días después pudo reencontrarse con la victoria y ése era el objetivo prioritario. Pero se trajo también otras sensaciones positivas. Fue capaz de atacar mejor, no con continuidad pero sí en varias fases del encuentro, y volvió a firmar varias semanas después unos buenos porcentajes en el tiro. Se fue hasta el 54% en tiros de dos y superó una de sus lacras: el tiro de tres. En Valladolid se fue hasta el 41% sin abusar demasiado de él (17 intentos). Además, no pecó de pardillo desde la línea de tiros libres (75%). Todo fue fruto de una mejor circulación del balón, especialmente en el tercer periodo, y de los continuos errores del rival, que propiciaron muchos puntos fáciles en transiciones rápidas.

Hubo mejora colectiva, pero también casos concretos que invitan al optimismo, como la recuperación de Gerald Fitch. Fue el segundo encuentro consecutivo en el que el norteamericano ofreció el nivel que de él se esperaba a comienzos de temporada, liderando la anotación desde el perímetro y creando en muchas ocasiones ventajas a sus compañeros. El sábado dio además un paso al frente en el rendimiento defensivo, aplicándose con mucha más intensidad. De él se espera regularidad y en el cuerpo técnico hay confianza en que ésta sea la definitiva.

El otro que salió reforzado de Pucela fue Kristaps Valters. Metido desde el principio y preocupándose mucho más de ejercer de base, esto es, de dirigir al equipo. Jugó 16 de los últimos 20 minutos, lo que habla de la confianza que transmitió a Chus Mateo, y le puso a su actuación la guinda del acierto en el tiro exterior. Hizo 5/6 desde más allá de 6,75. La manija del equipo precisa un dueño claro y él ha dado el primer paso para quedársela.

Sin embargo, el equipo se trajo otras sensaciones mucho menos positivas. La que más preocupa es la debilidad mental que sigue mostrando el grupo, incapaz de mantener una línea constante de rendimiento a lo largo de los 40 minutos. En Siena se entiende que acabara derrumbándose al final ante el poderío del Montepaschi, pero lo de Valladolid ya se comprende menos. Su arranque fue frustrante, llegó a ir perdiendo de nueve, para después conseguir igualar el duelo y volver a dejarse llevar hasta el -7 antes de dar el golpe definitivo en el tercer cuarto. Así y todo, con el partido de frente y de cara, estuvo a punto de regalarlo en un último periodo infame en el que sólo le salvó la inoperancia del rival y la prontitud con la que se encontró con el bonus de faltas. El equipo reacciona positivamente a varias acciones de mérito pero se hunde en cuanto enlaza varias jugadas negativas, signo inequívoco de que anda lejos de la seguridad y confianza de antaño.

Preocupa también la situación del juego interior, en la que sólo Joel Freeland y Jorge Garbajosa mantienen una línea más o menos buena. Zoric se ha caído desde que tocara techo ante el Real Madrid (en Valladolid hizo -2 de valoración), Lima aparece y desaparece de las rotaciones y Sinanovic ni siquiera juega. Ante tal panorama, Mateo ya empleó el sábado durante varios minutos a Peric como ala-pívot. Puede ser una solución, pero sólo como algo temporal. Y se teme por primera vez por EJ Rowland. Hasta ahora se había confiado en que el base acabara rindiendo como de él se esperaba. Pero la paciencia comienza a agotarse y en el cuerpo técnico preocupa que no acabe de cuajar, ni siquiera en el aspecto en el que se le consideraba más fuerte: el defensivo.

Con este panorama, mitad positivo y mitad negativo, encara desde hoy el Unicaja su preparación para la Copa del Rey. El reencuentro con la derrota ha abierto los pulmones pero sólo se trata del primer paso para la recuperación definitiva. Quedan muchas grietas que reparar. El del Banca Cívica será un partido duro y extremadamente exigente. El de Joan Plaza, pese a la paliza encajada ayer, es un equipo que suele hacer peores a sus rivales y se precisará firmeza y fortaleza mental para salir adelante. En el Unicaja esperan que el punto de inflexión iniciado en Valladolid se complete en Barcelona.

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