Concluye su último descenso de skeleton en los Juegos Olímpicos de Vancouver. El español Ander Mirambell se baja del trineo. Cierra los ojos. Visualiza el recorrido. Anota y corrige errores para el siguiente. Espera que haya muchos más hasta Sochi 2014.

"Ha sido espectacular, impresionante, cada bajada fue mejor que la anterior, hemos ido de menos a más", asegura Mirambell, de 27 años, entusiasmado tras la competición en la que concluyó en el puesto 24.

Es cerca de la medianoche en la animada y fría Whistler. Enfundado en una bandera de España, Mirambell se apresta a celebrar con familia y amigos su presencia olímpica, la primera de un español en esa disciplina. "Ir a 140 kilómetros por hora en la pista olímpica de Whistler era uno de mi sueños", dice satisfecho con su evolución en las tres bajadas de la competición. "Mi entrenador me ha dicho: una semana más y luchamos por las medallas", afirmó. Si hubiera entrado entre los 20 mejores, habría tenido una cuarta oportunidad.

Pero para Mirambell, sólo estar en los Juegos ya era un premio. No se ve lejos de los primeros y ahí fija su meta: "Estoy contento porque hay detalles que demuestran que puedo estar en el top 20, ése será el objetivo para la temporada que viene".

La presencia en Whistler le ha servido para saber que con el apoyo suficiente puede llegar lejos. Las más diversas autoridades deportivas y políticas de Cataluña, su región, y del país se quedaron impresionadas con lo peligroso del deporte tras verlo en Whistler. Mirambell trata de convencerlos ahora para que apuesten por él y pide un "proyecto consistente". Él ya tiene el modelo a imitar: Reino Unido. No dispone de canal de hielo, como España, pero con un proyecto de ocho años los británicos lograron el viernes en el skeleton femenino su primer oro individual en unos Juegos de invierno en 30 años. Mirambell asume que "es caro". La recompensa: ¿una futura medalla? "En esquí alpino es complicado, el skeleton es una buena salida para crecer".