Cuando el miércoles a mediodía estalló la noticia de la salida de Moayad Shatat, las oficinas de La Rosaleda fueron un nido de pequeñas reuniones para entender qué ocurría. Casi todos buscaban al director general, Vicente Casado, la persona más ligada al dirigente jordano. Pero también a él le había cogido por sorpresa. El día se movió con sacudidas, frenesí. Pero, sobre todo, con incertidumbre. 24 horas después, algo más en frío, se mantenía y crecía también la expectación ante lo que pueda acaecer después de conocerse la propuesta formal de los inversores chinos para comprar la entidad, aunque hubo quien apostó por relajarse, entre ellos Nasser Al-Thani. Y es que tanto el dirigente de nuevo cuño como otros se relajaron jugando un partido de fútbol sobre el césped de La Rosaleda.

Antes de que estallase la salida de Shatat, ya había previsto para ayer un amistoso entre miembros del club y personas relacionadas con el área de negocio que durante el año trabajan con la entidad y más gente afín. Allí se pudo ver de corto a Nasser, también a su hermano Nayef. Eso sí, algunos de los participantes aseguraron que esperan que sea mejor como dirigente que como futbolista, ya que no le fue nada bien. La convivencia, además de para distender, contribuyó a normalizar la presencia del nuevo vicepresidente, que ahora tendrá que involucrarse más en el día a día. Más revuelo causó su presencia en las oficinas el día anterior, puesto que se convierte en el nuevo puente entre los directivos de cabecera en Málaga (fundamentalmente Vicente Casado y su brazo derecho, Manuel Novo) y Abdullah Al-Thani.

Todos los empleados que trabajan en la zonas de despachos andan a la expectativa y preguntando a la espera de conocer novedades, aunque no las hay.

El futuro de la entidad como tal y también el propio de los trabajadores es tema de conversación, obviamente, ya que, en caso de que hubiera traspaso de poderes, estaría por ver si se produciría una transición suave hacia los nuevos dueños o si habría profundos cambios estructurales. Hace cinco años a muchos de los que hoy siguen en el club les tocó vivir la llegada del actual propietario de forma faraónica, con la multitud de sucesos que ello provocó.