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Paciencia y tranquilidad

  • Más allá de la lógica preocupación, la mala racha no altera los biorritmos del Unicaja . Los cuatro partidos antes de la Copa deben valer para reajustar roles, equilibrar defectos y corregir las desaplicaciones

El Unicaja regresó ayer por la tarde de Las Palmas. Obviamente, no había mucha alegría en la expedición. La situación es incómoda tras cuatro derrotas. Hay orgullo en ese vestuario y escuece perder en un grupo que se había acostumbrado a ganar. Está costando la recomposición del equipo tras las lesiones. La ausencia de jugadores descolocó el reparto de roles, bastante asumido al principio por un bloque bien engrasado. Se tiró de orgullo y, aun con peor juego, se siguió ganando. Pero hay que volver a echar aceite a la maquinaria. Pero ello requiere entrenamientos y trabajo. Compatibilizarlo con el descanso que requiere todo equipo es el quebradero de cabeza de Chus Mateo y sus colaboradores.

Hace justo 10 días el Unicaja derrochaba un partido enorme contra el Madrid. Fue el pico de rendimiento tras el cual el equipo se ha vaciado. En Manresa el bajón pudo ser comprensible por el escaso descanso, no hubo paliativos. Pero tanto en Bilbao como en Las Palmas, el Unicaja lideraba en el tercer cuarto. Y vinieron 10-15 minutos deprimentes más tarde.

La espesura y falta de fluidez se traslada a los números, especialmente en ataque. El Unicaja ha rondado los 79-80 puntos de media desde que comenzó la competición. En los tres últimos partidos ha promediado 62 puntos a favor y 77 en contra, seis más de los que recibía habitualmente. Defensa y ataque van de la mano. Cuando el Unicaja ha corrido porque ha defendido y ha asegurado el rebote ha resultado imparable. Y en esta secuencia de tres derrotas, el rival ha promediado 42 y el Unicaja 30.3 rebotes. Cuando el equipo de Chus Mateo ha rondado los 40 rechaces, detentando en algunas jornadas el mejor promedio reboteador en la Liga Endesa y la Euroliga. El bajón en intensidad también explica esta racha mala en varios segmentos del juego.

Los números no dejan de verificar lo que se observa en la cancha. Un bloque que ha perdido confianza y exuberancia física. La única receta que se da desde el club es la tranquilidad y paciencia. Es el mensaje desde las altas esferas. El equipo está a dos semanas de la Copa del Rey y hay tiempo para afinar. Queda el doble duelo ante el Montepaschi, recibir al Blu:sens y visitar Valladolid. Han vuelto Darden y Freeland y Lima cuenta ya también en la Liga Endesa. El equipo será más alto y atlético, los problemas defensivos y reboteadores se pueden solventar.

Sin dramatismos, el Unicaja volverá al trabajo esta tarde para empezar a preparar el encuentro ante el Montepaschi. Un toro bravo después de esta gira que se ha revelado como un escarnio. La última vez que el Unicaja jugó en el Carpena salió aplaudido por una afición entregada que valoraba su gran partido ante el Real Madrid pese a la canasta asesina de Mirotic. Por ello, viene bien una terapia casera de 10 días sin viajar para trabajar y tener más tiempos de descanso y dos encuentros al calor de la afición. Después vendrá el doblete jueves-sábado en Siena y Valladolid antes de la Copa del Rey, en la que hay puestas muchas esperanzas tras dos ediciones de ausencia. El Banca Cívica será un rival duro, pero no hay miedo. Y el Unicaja sigue cuarto en la Liga Endesa, el objetivo que se firmaría a final de temporada regular, tras la derrota de Alicante en Bilbao.

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