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Poca fiesta para Klinsmann

  • El entrenador del Bayern Múnich vio cómo su equipo dejaba escapar el sábado otros dos puntos · Su continuidad en el banquillo del campeón alemán está en el aire

El entrenador del Bayern Múnich, Juergen Klinsmann, reconoció ayer que pasó una mala noche después de que su equipo empatara el sábado en casa 3-3 contra el débil Bochum en la séptima jornada de la Bundesliga.

El Bayern llevaba una cómoda diferencia en el partido (3-1), pero en los últimos minutos recibió dos goles y se quedó en un simple empate. Los bávaros se ubican décimos en el campeonato alemán. "Eso te pone furioso, he tenido una noche agitada", dijo Klinsmann en una entrevista con la televisión alemana Fcb.tv.

El campeón alemán venía de sufrir otras dos derrotas en la Bundesliga -contra el Werder Bremen y el Hannover-, el mismo número que en toda la temporada 2007-2008. El balance tras siete partidos de Bundesliga es simplemente inaceptable para el Bayern, admitió el nuevo técnico, que el lunes fue despedido del estadio de Múnich por una enfurecida afición que gritaba "Klinsmann fuera".

"Me duele, pero soy un luchador de naturaleza. Sé dónde está el problema en este momento. Lo voy a combatir y paso a paso mejoraremos", agregó el alemán, criticado frecuentemente por sus métodos de rotación. "Nos ocuparemos de ir hacia delante".

"Gracias a Dios, en la Bundesliga hay suficientes partidos como para corregir los errores paso a paso, pero naturalmente con otro empeño, con otras expectativas ante los jugadores", agregó.

"Desde hoy vamos a hablar al equipo de algunas cosas. Tenemos que dejar algunas cuestiones claras", continuó. "Vamos a hablar a cada jugador. Con las imágenes de televisión no es ningún problema mostrar cada error".

En siete partidos de liga el Bayern recibió 13 goles: sólo el Werder Bremen tiene una portería más batida. El intento de hacer fuerte la delantera llevo a que el equipo campeón, acostumbrado a liderar la Bundesliga de principio a fin, pierda fuerza en la defensa integrada por Daniel van Buyten, el argentino Martín Demichelis y los brasileños Lucio y Breno.

Y para calmar los ánimos, el propio Klinsmann y sus jugadores se pasaron por el Oktoberfest, la tradicional fiesta de la cerveza que se celebra todos los años en Múnich. Habrá que ver si el técnico le sienta bien el trago de cerveza. Su puesto está en el aire y otra derrota sería fatal.

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