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Simeone no da con la tecla

Acostumbrado a vivir montado en la ola del éxito y el halago, el entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, convive ahora con la crítica y el desconcierto cuando su equipo encara una probable eliminación de la Liga de Campeones en la fase de grupos.

Próximo a cumplir seis años como técnico rojiblanco, el argentino pasa por su peor momento desde que llegó al banquillo atlético. El empate 1-1 ante el Qarabag lo dejó pendiente de un milagro para pasar a octavos de la Champions y, lo que es casi peor, lo entregó a la depresión. Todo son dudas en el equipo español.

"Hay que seguir insistiendo de la misma manera y seguir creyendo en este equipo", pidió Simeone. Desde que devolvió al Atlético a los primeros planos de Europa, se popularizó un lema entre los hinchas rojiblancos: "Nunca dejes de creer". Pero ahora su clasificación para por una quimera.

En los últimos cuatro años jugó unos cuartos de final, una semifinal y dos finales de la máxima competición del fútbol europeo, además de conquistar una Liga y una Copa Rey. Es decir, llegó a tres semifinales como mínimo en las últimas cuatro temporadas. Por eso se ganó el papel de candidato al título. Ahora es candidato al adiós.

Es difícil pensar en merecer un pase cuando apenas sumó dos goles en cuatro partidos y no consiguió ganar ninguno de los dos partidos al Qarabag, un debutante en la Liga de Campeones que celebra cada gol como si fuera una epopeya. Y en Madrid festejó nada menos que un empate.

La realidad es que en este Atlético queda poco de aquel admirado y temido en toda Europa hasta no hace mucho, sólo cinco meses, cuando disputó la semifinal de la Liga de Campeones ante el Real Madrid, que sudó para ganar su pase. Si el conjunto de Simeone fue siempre reconocido por su solidez, ahora no queda ni rastro de ésta. Es un equipo larguísimo y expuesto a que su rival lo zarandee tocando el balón en el centro del campo.

Tampoco quedan huellas de su espectacular dominio de antaño en las dos áreas. Ahora concede ocasiones inesperadas y no sólo le cuesta hacer goles, sino generar oportunidades.

Un dato habla por sí solo: siete de los diez tantos recibidos por el Atlético esta temporada fueron de cabeza, incluido el del Qarabag. Algo impensable para un equipo que con Godín y Savic dominó el juego aéreo como pocos.

Luego está el caso de los delanteros. Griezmann sólo lleva tres goles esta temporada y va por cinco partidos sin marcar, su segunda peor racha desde que está en el Atlético. Y de los otros tres delanteros, Gameiro apenas ha hecho un tanto y tanto Fernando Torres como Vietto todavía no se han estrenado. A ocho puntos del Barcelona en la Liga y con la Liga Europa como destino probable, la temporada del Atlético se antoja muy complicada.

Gabi ya se atrevió a asegurar el martes tras el empate ante el Qarabag que "la Europa League es una mierda". Es duro pensar en la segunda competición europea después de llevar tantos años de éxitos en la Liga de Campeones y aspirando al título. No sólo eso, sino que las consecuencias pueden ir más allá del aspecto deportivo si se confirma su eliminación. Los equipos que juegan octavos de Champions ganan seis millones de euros, los cuartos valen seis y medio, las semifinales dan 7,5 millones y la final se va hasta los 11. Más luego los patrocinadores.

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